El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el magnate tecnológico, Elon Musk, en la Casa Blanca
¿Qué oculta la guerra abierta entre Musk y Trump?
La gran amistad que supuestamente unía a dos grandes magnates, Donald Trump y Elon Musk, se rompió de manera definitiva a golpe de publicaciones en redes sociales y recriminaciones cruzadas este jueves. El idilio entre estos dos grandes aliados —o eso es lo que habían hecho creer hasta esta semana— llegó a su fin 136 días después de la toma de posesión de Trump y tan solo seis días después de que Musk abandonara sus funciones dentro de la Administración republicana como líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
La razón pública que ha desatado la guerra entre el presidente de Estados Unidos y el magnate tecnológico es la polémica reforma fiscal, pero fuentes cercanas a ambos, así como medios estadounidenses, apuntan a que este divorcio en directo esconde muchos otros desencuentros que afectan a la NASA e incluso a la Administración Federal de Aviación. Según hizo público el portal de noticias Axios este martes, antes de que se desatara la guerra abierta entre Musk y Trump, el multimillonario sudafricano se sintió traicionado por el presidente estadounidense por varias razones, lo que lo llevó a implicar al mandatario en el caso de la trama de abusos sexuales organizada por el magnate Jeffrey Epstein.
A pesar de las críticas lanzadas por Musk contra la reforma fiscal, que llegó a describir como una «abominación repugnante», ambos parecieron dejar atrás sus diferencias el pasado 30 de mayo, cuando comparecieron juntos en el Despacho Oval de la Casa Blanca para escenificar la salida del magnate tecnológico del Gobierno. «Es uno de los grandes innovadores y uno de los mejores líderes empresariales que el mundo ha dado, y tuvimos la suerte de que diera un paso adelante y pusiera su gran talento al servicio de nuestra nación. Lo apreciamos. Y queremos dejar claro que ha trabajado incansablemente, ayudando a liderar el programa de reforma gubernamental más radical y consecuente en generaciones», lo halagó Trump, frente a un nutrido grupo de periodistas.
A lo que Musk, quien recibió como regalo de despedida una llave dorada de la Casa Blanca, respondió: «Seguiré siendo un amigo y un consejero del presidente, continuaré visitando este magnífico lugar, que ahora ha recuperado toda su majestuosidad, y colaborando». Nada más lejos de la realidad. Esta puesta en escena no fue más que eso, un teatro. En realidad, el multimillonario quería mantenerse en su puesto de asesor especial de la Administración más allá de los 130 días que la ley establece para este tipo de empleados. Sin embargo, sus deseos se toparon con la cruda realidad y Trump lo despidió al cumplirse el plazo.
A esta primera afrenta de su gran amigo, a cuya campaña electoral llegó a donar más de 260 millones de dólares, se suma la negativa del Gobierno republicano a utilizar su sistema satelital Starlink en la Administración Federal de Aviación (FAA) para controlar el tráfico aéreo nacional. Según informa Axios, citando a varias fuentes, el Gabinete republicano se opuso a esta propuesta por la existencia de un conflicto de intereses y por «razones tecnológicas». Pero, sin duda, la gota que colmó el vaso y terminó por dinamitar la estrecha relación entre Trump y Musk fue la retirada de la candidatura de Jared Isaacman, aliado del sudafricano, para dirigir la NASA.
El presidente estadounidense hizo el anuncio de manera abrupta el pasado sábado: «Tras una revisión exhaustiva de sus vínculos anteriores, por el presente retiro la candidatura de Jared Isaacman para dirigir la NASA. Pronto anunciaré un nuevo candidato que estará alineado con la misión y pondrá a Estados Unidos en primer lugar en el espacio», escribió Trump en su red social Truth Social. Esta decisión provocó que surgieran rumores de que quien realmente había susurrado al oído del presidente fue el director de la Oficina de Personal Presidencial, Sergio Gor, quien había chocado con Musk. A todos estos enfrentamientos se suma la polémica reforma fiscal, impulsada por el propio Trump, que, de salir adelante, recortaría las ayudas y subvenciones destinadas a los vehículos eléctricos como Tesla, propiedad de Musk.
Cruce de recriminaciones
Todos estos desencuentros precipitaron que este jueves el mundo entero fuera testigo de una guerra de acusaciones —algunas muy graves— en redes sociales. Una lucha de egos que se desató cuando Trump, en una rueda de prensa con el canciller alemán, Friedrich Merz, confesó que se sentía muy decepcionado con Musk por sus críticas contra la ley fiscal, ya que —aseguró— este conocía su contenido. Inmediatamente, el magnate tecnológico acudió a su red social X, antes Twitter, para contestar al mandatario: «¡Falso! ¡No me enseñaron este proyecto de ley ni una sola vez y fue aprobado en plena noche tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo siquiera leerlo!».
El enfrentamiento no quedó ahí, sino que fue a más. Musk acusó a Trump de ser un «ingrato». «Sin mí, habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51-49 en el Senado», insistió. El republicano no se quedó atrás y amenazó al magnate con poner fin a todos los contratos gubernamentales con sus empresas y, además, reconoció que fue él personalmente quien le pidió a Musk que se fuera de la Administración porque estaba «agotándose». Unos mensajes que desataron por completo la furia del sudafricano, quien soltó la mayor bomba de todas: incluyó a Trump entre los nombres que figuran en el caso de prostitución de menores de Epstein.
«Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos [los documentos]». «Guarda esta publicación para el futuro. La verdad saldrá a la luz. Es hora de soltar la bomba», publicó en X, sin ofrecer, por ahora, ningún tipo de prueba. Entre el torrente de consecuencias que puede desatar esta guerra pública, Musk, como delegado de SpaceX, amenazó —aunque luego dio marcha atrás— con desmantelar la cápsula Dragon de la NASA, clave para llevar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional. Además, el magnate tecnológico ha insinuado que Trump debería ser sometido a un impeachment y que su vicepresidente, J.D. Vance, debería asumir la Presidencia de Estados Unidos.