Donald Tusk, primer ministro de Polonia
El primer ministro polaco se somete a una moción de confianza tras el triunfo conservador en las presidenciales
Impulsada por el resultado electoral del pasado 1 de junio la oposición reclama la creación de «un gobierno apolítico y técnico» compuesto por expertos
El ajustado, pero demoledor triunfo del conservador Karol Nawrocki en las elecciones presidenciales de Polonia fue un duro golpe para la coalición gobernante que sostiene a Donald Tusk como primer ministro quien, consciente del impacto político del resultado, se someterá este miércoles 11 de junio a una moción de confianza en el Parlamento confiado en superarla y ganar impulso para terminar la legislatura.
Jaroslaw Kaczynski, líder del partido Ley y Justicia (PiS) que apoyó la candidatura presidencial de Nawrocki, estimó que el resultado electoral del pasado 1 de junio era «una tarjeta roja» para el ejecutivo de Tusk y pidió a la creación de «un gobierno apolítico y técnico» compuesto por expertos.
Las exigencias opositoras implican en la práctica la dimisión de Tusk y un cambio de Gobierno muy anticipado a las próximas elecciones legislativas previstas para 2027.
Tusk salió al paso y prometió seguir al frente del Gobierno, diciendo: «Algunas cosas se pueden hacer mejor, más rápidamente y este voto de confianza será como un nuevo punto de partida. [Este voto] será ofensivo, no defensivo».
Precisamente el primer ministro de Polonia ha estado a la defensiva últimamente pues varias reformas previstas por Tusk, expresidente del Consejo Europeo que llegó al poder en 2023, se han visto bloqueadas por el presidente saliente, el conservador Andrzej Duda.
Tras un año y medio de Gobierno sin cumplir ninguna de las grandes promesas electorales: menos impuestos para la clase media, «fin del caos judicial», descriminalizar el aborto o aprobar las «uniones civiles» Tusk está obligado a reconciliarse con su base política y su variopinta coalición de Gobierno.
«Fortalecer la coalición del Gobierno»
En palabras del propio Tusk, con esta decisión busca «fortalecer la coalición del Gobierno» y presentar un «plan de acción que requerirá unidad y coraje» de todos sus aliados políticos.
Aunque el jefe de la cancillería de Tusk, Jan Grabiec, ha recordado que el primer ministro «siempre escribe sus propios discursos», en los últimos días los socios de la coalición han señalado que en esta ocasión se ha acordado cuál será el contenido de la intervención con que Tusk abrirá la sesión que dará inicio este miércoles a las 10:00 y se extenderá hasta por cuatro horas cuando finalmente se emita el voto de todos los grupos parlamentarios.
Dado que Tusk y sus aliados controlan 242 de los 460 escaños del Sejm, la Cámara Baja polaca, es de prever que el Gobierno supere sin problemas la votación, pero lo que el primer ministro persigue es exigir unidad a sus aliados, a los que ya ha adelantado que pedirá sacrificios en forma de menos ministerios, un mayor esfuerzo de comunicación con los ciudadanos -el Ejecutivo lleva año y medio sin un portavoz- y un apoyo incondicional en la aprobación de iniciativas y presupuestos.
Tusk, sin embargo, no las tiene todas consigo, el líder del partido centrista Polonia 2050, Szymon Hołownia, ha reclamado un «nuevo comienzo» para la coalición y ha pedido «que se escuche más» a la docena de partidos que conforman la alianza del Gobierno. Mientras tanto, todos los partidos de la oposición han anunciado que votarán en contra de Tusk.
En el improbable caso de que la moción de confianza no obtuviera el respaldo del Sejm, el primer ministro estaría constitucionalmente obligado a presentar su dimisión al presidente y se precipitaría la convocatoria de elecciones generales.