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Irán e Israel se encuentran ahora en un alto el fuego

Irán e Israel se encuentran ahora en un alto el fuegoNurPhoto via AFP

'Operación Anuncio de Victoria': cómo Irán preparó su simbólico ataque para detener la guerra que no podía ganar

La llamada 'Operación Anuncio de Victoria' ha marcado una inflexión más que un punto de ruptura

Este lunes, Oriente Medio volvió a vislumbrar el precipicio cuando, como respuesta a los ataques estadounidenses del sábado sobre las bases nucleareas iraníes, el país persa lanzó su respuesta con un ataque con proyectiles contra una base militar estadounidense ubicada en Qatar, en lo que Teherán bautizó como 'Operación Anuncio de Victoria'.

Pese a que las primeras reacciones fueron catastrofistas y auguraban un mal futuro —Trump había asegurado que, si Irán respondía, su respuesta sería mucho mayor—, la realidad es que la iraní fue una respuesta calculada y esperada, tanto por Washington como por sus aliados en la región. Y, aunque presentada como una represalia firme, el operativo dejó un dato clave, y es que no causó víctimas.

Lejos de marcar el inicio de una guerra abierta entre Irán y Estados Unidos —algo que muchos temieron cuando Washington se sumó a Israel en la ya bautizada como guerra de los 12 días—, el ataque iraní pareció diseñado justamente para evitarla. Una respuesta simbólica y pactada de forma indirecta, que permitió a Irán salvar el honor sin arriesgarse a una represalia desproporcionada y que, a su vez, ofreció a la Casa Blanca la oportunidad de cerrar un capítulo sin ampliar la escalada.

Según diversas fuentes diplomáticas, Irán había informado con anterioridad por canales informales tanto a Qatar —que alberga la base de Al Udeid, la más grande de la región— como a los propios Estados Unidos. Esa filtración permitió a las tropas estadounidenses prepararse y evitar cualquier daño personal o material significativo. El resultado fue un ataque sin muertos, que Irán celebró como una victoria, y que Estados Unidos minimizó de inmediato.

«Los sitios que atacamos en Irán quedaron totalmente destruidos. La respuesta iraní fue muy débil, algo que esperábamos», escribió el presidente Donald Trump en su red Truth Social. Con esa declaración, el mandatario dio por concluido el intercambio de golpes y poco después anunció la tregua que, aunque con pequeñas violaciones al comienzo, ha marcado las últimas jornadas en Oriente Medio.

Saber responder sin hacerlo

La operación iraní se inscribe en una larga tradición de represalias cuidadosamente calibradas. La República Islámica ya había respondido de forma similar en 2020 tras el asesinato del general Qasem Soleimani. En ese entonces, atacó bases estadounidenses en Irak con misiles, pero sin causar víctimas. Aquella vez también se habló de una «respuesta coreografiada», diseñada para evitar una espiral de violencia.

Gente en Doha viendo los misiles desde IránAFP

Esta vez, sin embargo, el contexto era más delicado. La ofensiva israelí contra Irán, con apoyo estadounidense, había alcanzado infraestructuras militares y nucleares. Según fuentes oficiales israelíes, la operación —la más extensa desde que comenzó la guerra en Gaza— involucró a 50 cazas que lanzaron más de 100 municiones sobre Teherán. Para el régimen de los ayatolás, no responder era políticamente inviable. Pero una respuesta desmedida habría puesto en riesgo su supervivencia económica y militar.

De ahí que optaran por lo simbólico. Por una operación que pudiera ser presentada en los medios iraníes como una «victoria» —de ahí su nombre—, sin cruzar las líneas rojas de Washington. Una ofensiva para el consumo interno, no para alterar el tablero estratégico.

Rápidamente, medios como The New York Times o Axios ya comentaron que Estados Unidos no era ajeno a que la República Islámica iba a atacar su base en Qatar. Para Trump, aceptar ese simbólico ataque era confirmar que podía contener a Teherán sin embarcarse en una guerra a gran escala.

Incluso algunas decisiones no ejecutadas refuerzan esa interpretación. El Parlamento iraní aprobó el cierre del estrecho de Ormuz, pero la medida nunca se llevó a cabo. De haberlo hecho, habría paralizado el 20  % del comercio mundial de petróleo. La amenaza quedó flotando, pero sin materializarse. Igual ocurrió con las milicias chiíes en Irak y Siria: ninguna ha lanzado nuevos ataques.

La llamada 'Operación Anuncio de Victoria' ha marcado, por tanto, una inflexión más que un punto de ruptura. Una jugada con la que Irán busca cerrar un ciclo de agresiones sin abrir otro nuevo. Una forma de declarar el final de una escalada que nunca quiso llevar demasiado lejos. Y un intento, quizá, de ganar tiempo para lo inevitable: volver a negociar. Trump ya aseguró este miércoles en su comparecencia en La Haya que «vamos a hablar la próxima semana con Irán, puede que firmemos un acuerdo. No lo sé». Vuelta al comienzo.