Imagen de un templo budista donde imparten clases a los jóvenes
Los monjes budistas no son santos: el escándalo sexual de las túnicas naranjas que sacude Tailandia
Millones de dólares, coches de lujo, un monje desaparecido, chats, varios teléfonos móviles y una prostituta detenida, piezas claves del caso
Tailandia es tierra de lujuria y budismo. El turismo sexual engorda las finanzas del antiguo Siam y suele generar noticias negativas, sin mencionar el caso de Daniel Sancho. No sucede lo mismo con el religioso donde la espiritualidad de los visitantes y su conducta ejemplar no suele ser motivo de escándalos ni ocupar espacios en la prensa. Pero el escenario ha cambiado y no precisamente por culpa de los extranjeros.
La Policía de Tailandia ha destapado una red de prostitución o para ser precisos, ha descubierto el chantaje, acoso, e intercambio sexual a cambio de enormes cantidades de dinero y regalos de lujo, a una prostituta que prestaba sus servicios a monjes budistas con altos cargos.
La mujer, Wilawan Emsawat, se encuentra a disposición judicial después de que los agentes accedieran a sus cuentas bancarias, registrasen su vivienda y encontraran suficiente material para acusarla.
Entre otras pruebas, descubrieron mensajes de chat de alto voltaje, amenazas a los monjes budistas de revelar las relaciones que mantenía con ellos y transferencias de monjes y abades de templos que, en total, ascenderían a más de 11 millones de dólares, según publica el diario británico The Guardian.
Miles de fotografías comprometedoras y vídeos de los monjes sólo aptos para adultos
En los teléfonos móviles de Emsawat también hallaron miles de fotografías comprometedoras y vídeos sólo aptos para adultos. Entre ese material algo hizo saltar la alarma de los agentes: una figura recurrente era un monje que estaba desaparecido. Se trata de Phra Thep Wachirapamok cuya desaparición, irónicamente, no había sido denunciada por sus compañeros ni por nadie.
Wilawan Emsawat, permanece bajo arresto acusada de extorsión, blanqueo de capitales y tenencia de bienes robados. En entrevista con medios tailandeses la mujer que previsiblemente chantajeaba a los monjes budistas, admitió haber tenido relaciones con ellos y un profesor de religión. También reconoció haber recibido de ellos un fabuloso Mercedes SLK200 y millones de baht, la moneda de Tailandia, además de una tarjeta de crédito a su nombre de la que hizo buen uso.
Al tirar del hilo de la trama, la investigación ha puesto sobre la lupa las finanzas de los monjes. Los monasterios viven de donaciones –físicas y jurídicas– y aunque están obligados a declarar sus ingresos, tienen un régimen especial que ahora está en la cuerda floja. La Hacienda tailandesa quiere tapar esa hueco por el que se le escurren, visto lo visto, millones de dólares.
Uno de los monjes implicados enfrenta dos cargos: malversación de fondos del templo y mala conducta, mientras que las investigaciones sobre otros están en curso. El monje admitió haber prestado dinero de los fondos del templo, pero dijo que era para ayudar a Wilawan con un negocio.
Las historias de escándalos sexuales con los monjes budistas conocidos en el mundo entero por sus túnicas naranjas, al parecer son más habituales en Tailandia de lo que se conoce fuera del país. Pero, «es la primera vez que veo un escándalo como este», confía en The Guardian Paiwan Wannabud, 20 años monje antes de colgar la túnica naranja en 2021. Ahora es un influencer LGBT.
En un caso separado a principios de este mes, el abad de un famoso templo de Bangkok causó sorpresa cuando denunció el robo de 10 millones de baht (229.000 libras esterlinas) en efectivo y lingotes de oro de su habitación.
El primer ministro interino, Phumtham Wechayachai, ordenó la semana pasada a las autoridades que consideraran endurecer las leyes vigentes sobre monjes y templos, especialmente en lo que respecta a las finanzas de estos.
La Oficina Nacional del Budismo, que dijo que los monjes serán investigados sin importar su antigüedad, también sugirió revivir un proyecto de ley que contempla sanciones penales para quienes dañen la reputación del budismo, incluso a través de mala conducta sexual.