La embarcación atacada por las Fuerzas estadounidenses en el Atlántico
Trump anuncia 11 muertos tras destruir un barco cargado de drogas procedente de Venezuela
El Pentágono confirmó que la embarcación atacada transportaba drogas desde Venezuela
Este martes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el que, según sus palabras, fue un «ataque cinético» ejecutado por fuerzas armadas estadounidenses contra una embarcación en aguas del Caribe. Como resultado, once integrantes del Tren de Aragua resultaron eliminados.
El video del ataque —difundido por el propio mandatario en su cuenta de Truth Social— muestra imágenes del Comando Sur siguiendo y destruyendo con un misil la embarcación, en lo que se presenta como una operación quirúrgica contra el narcotráfico internacional.
La acción, validada por el Pentágono y replicada por el secretario de Estado, Marco Rubio, se enmarca en una ofensiva más amplia de Washington para neutralizar a organizaciones designadas como narcoterroristas, entre ellas, el Tren de Aragua, una banda criminal transnacional de origen venezolano que opera bajo el amparo directo del régimen de Nicolás Maduro.
El despliegue no es menor. Ocho barcos militares armados con misiles y un submarino nuclear estadounidense patrullan zonas del mar Caribe próximas a las costas venezolanas. Según la Casa Blanca, el objetivo es frenar el flujo de drogas que «contaminan» las calles norteamericanas. Pero el mensaje, al menos para Caracas, es claro: EE.UU. está dispuesto a operar militarmente más allá de sus fronteras si así lo considera necesario.
El contraataque narrativo de Maduro
Desde el otro lado del Caribe, el dictador venezolano, Nicolás Maduro, respondió con el tono que ha caracterizado su retórica en los últimos años. Calificó el despliegue militar como la «más grande amenaza» en América en el último siglo. En un discurso transmitido por el canal estatal VTV, acusó a Washington de esconder sus verdaderas motivaciones detrás del discurso antidrogas.
«Ellos vienen por nuestras riquezas», dijo. Enumeró el petróleo, el gas, el oro, y hasta el «proyecto revolucionario de Simón Bolívar» como los verdaderos blancos de la ofensiva estadounidense. Y aunque no se refirió directamente al ataque contra la embarcación, su gobierno sí emitió un posicionamiento al respecto. Freddy Ñáñez, ministro de Comunicación, desestimó el video compartido por Trump, sugiriendo que fue elaborado con inteligencia artificial.
Al integrar a esta organización criminal en el discurso antiterrorista, el gobierno estadounidense abre la puerta a una nueva forma de intervención, mucho más agresiva, con implicaciones que van más allá del combate al narcotráfico.
La administración Trump ya había adelantado su posición al no reconocer a Nicolás Maduro como presidente legítimo. Y ahora, el operativo militar y su consecuente despliegue comunicacional dejan claro que Maduro es parte activa del problema.
Del otro lado, Caracas no da señales de repliegue. Al contrario, ha asumido una retórica abiertamente defensiva. «Nos declararemos en armas si somos agredidos», advirtió Maduro, elevando el tono y colocando al país en una postura de resistencia total.
La incógnita del próximo movimiento
Por ahora, los once muertos son un mensaje. Una demostración de fuerza quirúrgica, sí, pero también una advertencia directa a un régimen que Estados Unidos considera ilegítimo y peligroso. La disputa ya no se da solo en los pasillos diplomáticos ni en los foros multilaterales: se libra en el mar, con misiles, y se viraliza en redes sociales.
El Caribe vuelve a convertirse en escenario de tensiones globales, en un ajedrez de poder donde los movimientos ya no son sólo retóricos. Las líneas rojas han sido cruzadas. El siguiente paso, aún incierto, dependerá de cómo interpreten ambos actores el costo real de una confrontación directa.