Bayrou este lunes durante la moción de confianza
Cae el Gobierno de Bayrou y Francia agudiza su profunda crisis institucional
El mandatario no ha logrado los apoyos necesarios en la moción de confianza, lo que obliga a Macron a elegir sucesor o convocar elecciones anticipadas
«El mayor riesgo es seguir sin cambiar nada», afirmaba François Bayrou en la Asamblea Nacional de París este lunes. El mandatario, a quien Macron eligió como primer ministro el pasado mes de diciembre, se tiró sus primeros meses en el cargo sin capacidad real de gobernar. No podía, realmente, debido a la composición de la Asamblea Nacional, que desde las elecciones del pasado verano, convocadas precipitadamente por Emmanuel Macron, está dividida en tres grupos irreconciliables (las fuerzas macronistas, las de la izquierda y el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen). Cuando decidió tomar cartas en el asunto, el pasado mes de julio precipitando un plan de recorte presupuestario, los acontecimientos se han precipitado hacia su caída.
Bayrou no ha superado, como era de esperar, la moción de confianza que él mismo convocó hace dos semanas, lo que le obliga a dimitir. En concreto, ha contado con 364 votos en contra y apenas 194 favorables. Ahora la pelota pasa al tejado del presidente de la República, Emmanuel Macron, que, aunque tiene la opción de convocar nuevas elecciones legislativas, poco más de un año después de las últimas, parece que va a optar por elegir a un nuevo primer ministro, según ha comunicado el Elíseo.
Sin embargo, tendrá que medir muy bien sus pasos, pues será el quinto mandatario en este segundo mandato del presidente (después de Élisabeth Borne, Gabriel Attal, Michel Barnier y el propio Bayrou) y se enfrentará al mismo bloqueo que ha impedido cualquier avance en los Ejecutivos de Barnier y Bayrou, condenados por una Asamblea Nacional dividida.
La opción que parece estar barajando Macron para sortear esta crisis es nombrar como primer ministro al socialista Olivier Faure, que podría encontrar apoyos dentro de la izquierda para evitar la caída y aprobar unos presupuestos con los que combatir la creciente y millonaria deuda que asola al país galo. «Es hora de que Macron cumpla con su deber», ha afirmado Boris Vallaud, portavoz socialista, en la sesión de hoy en la Asamblea Nacional. Sin embargo, voces desde dentro del Gobierno, como la de Bruno Retailleau, ministro de Interior, han criticado esta postura.
Desde el otro lado del hemiciclo, Marine Le Pen ha sido más concisa y ha reclamado la dimisión del presidente de la República y la convocatoria de elecciones anticipadas (a las que no se podría presentar, pues está inhabilitada). «La verdadera reconstrucción sería la dimisión del presidente, pero es algo que depende de él y yo no espero nada de él», ha asegurado Le Pen. También La Francia Insumisa ha pedido el final del presidente: «El presidente no quiere cambiar de política, así que habrá que cambiar de presidente», clamó la líder parlamentaria, Mathilde Panot.
Una deuda que acorrala a Francia
Más allá del bloqueo político, el gran problema que enfrenta Francia es su tremenda deuda, de más de tres billones de euros, que tortura sus cuentas. El plan que Bayrou presentó en julio contemplaba recortar más de 40 mil millones con diferentes medidas, como congelar el gasto público, reformas estructurales o la supresión de dos días festivos. Pero ni la oposición ni la población, que ha convocado para este miércoles una huelga bajo el lema 'Bloqueemos todo', han aprobado estas medidas.
Marine Le Pen, este lunes, en la Asamblea Nacional
Consciente de ello, el primer ministro aceleró su caída convocando esta moción de confianza, apenas nueve meses después de que su predecesor, Michel Barnier, cayese vía moción de censura cuando, también, se vio obligado a sacar adelante los presupuestos mediante 'decretazo'. En total, son ya cuatro los primeros ministros que han caído durante esta segunda etapa de Macron en el Elíseo, y la situación no parece amainar. Los sondeos aseguran que, en caso de nuevas elecciones legislativas, el riesgo de que Francia vuelva a quedar en parálisis es alto.
Sin presupuestos ni gobierno capaz de aprobarlos, Francia se asoma al abismo y Macron, su cara visible, a un final político en el ostracismo. Su índice de aprobación actual es el más bajo de su mandato, incluso menor que en la crisis de los chalecos amarillos de 2018. Su decisión de convocar elecciones legislativas anticipadas el pasado verano, tras su batacazo en las europeas, ha llevado al país a un callejón sin salida cuyo ganador podría ser Marine Le Pen o, en su defecto, quien se pueda presentar en su partido. Como decía Napoleón Bonaparte, «nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error».