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La Unión Europea quiere dejar de comprar gas a Rusia para 2026: ¿qué países siguen haciéndolo?
España ha seguido recibiendo gas licuado ruso durante 2023 y 2024, convirtiéndose, incluso, en uno de los principales destinos europeos
Bruselas ha decidido acelerar su desconexión de los combustibles fósiles procedentes de Rusia. La Comisión Europea presentó este viernes un plan que adelanta a 2026 el objetivo de eliminar la compra de gas natural ruso, un año antes de lo previsto. La medida pretende asestar un golpe definitivo a los ingresos energéticos de Moscú, que todavía representan una fuente fundamental de financiación para su invasión de Ucrania.
El anuncio llega además tras las recientes presiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El republicano ha insistido en que Europa debe cortar su dependencia del Kremlin, aprovechando la diversificación de suministros hacia países como Estados Unidos, Noruega, Qatar o Argelia. Consciente de que el frente energético se ha convertido en un campo de batalla, Bruselas quiere evitar que Rusia mantenga un arma de presión sobre los Veintisiete en los próximos inviernos.
En apenas tres años, la presencia del gas ruso en Europa se ha reducido de forma drástica. Antes de la invasión de Ucrania en 2022, más del 40 % del gas consumido en la UE procedía de Rusia. Hoy esa proporción se sitúa por debajo del 20 %, según datos de la propia Comisión. El flujo por gasoducto ha caído casi a mínimos históricos, pero las importaciones de gas natural licuado (GNL), transportado por barco desde puertos rusos del Ártico y del Báltico, se han mantenido con mayor resistencia.
En 2024, países como Francia, Bélgica, España y los Países Bajos todavía recibieron decenas de cargamentos de GNL ruso. Estos volúmenes han generado un debate incómodo en Bruselas: mientras se prohibía la compra de crudo transportado por mar, se permitía la llegada de buques metaneros desde Yamal o Vysotsk. Ahora, el nuevo plan comunitario establece que esas importaciones deben terminar definitivamente en 2026, con el objetivo de cerrar la última puerta de entrada del gas ruso al mercado europeo.
España, en el centro de la polémica
España ha seguido recibiendo GNL ruso en puertos como Bilbao, Mugardos o Cartagena durante 2023 y 2024. Según los datos del Russia Fossil Tracker, nuestro país se convirtió en uno de los principales destinos europeos de los cargamentos de Yamal LNG, con alrededor del 20 % del total que llegó al continente.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha defendido que, mientras no hubiera una decisión europea común, no podía vetar unilateralmente los buques rusos. Las terminales españolas, que son la puerta de entrada de cerca de un tercio del GNL que recibe toda la UE, han permitido además reexportar parte de ese gas a otros países europeos.
Además de España, hay otros países europeos que también han continuado importando gas ruso a pesar de la invasión de Ucrania, como es el caso de Bélgica, Francia, Grecia, Hungría, Países Bajos, Portugal, Eslovaquia. El caso más llamativo es el de Hungría, que ha mantenido contratos a largo plazo con Gazprom y sigue recibiendo volúmenes significativos por tubería a través de Turquía y los Balcanes.
Eslovaquia, también muy dependiente, se ha amparado en las excepciones previstas en las sanciones europeas para mantener el suministro. Francia y Bélgica, por su parte, argumentan que los cargamentos de Yamal eran esenciales para garantizar la seguridad energética durante los últimos inviernos.
Así, el adelanto al 2026 plantea interrogantes sobre la capacidad de algunos países para dejar de depender de los combustibles fósiles de Rusia. Pese a todo, Bruselas defiende que la infraestructura de importación está hoy en una posición mucho más sólida que en 2022.
La puesta en marcha de nuevas plantas de regasificación en Alemania y Finlandia, el aumento de capacidad de interconexiones y la diversificación de fuentes permiten pensar que la UE puede resistir sin el gas ruso.