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Un mural con el rostro de Marwam Barghouti en Cisjordania

Un mural con el rostro de Marwam Barghouti en CisjordaniaAFP

Marwan Barghouti, el líder palestino cuya liberación causa una brecha en las conversaciones por la paz en Gaza

El líder nacido en Cisjordania, que lleva más de 20 años en una cárcel israelí, arrasaría en unas hipotéticas elecciones palestinas, según los sondeos

El 5 de marzo de 2002, Ibrahim Hassouna apareció portando un rifle M16 en pleno centro de Tel Aviv. Disparó contra los comensales de un restaurante y, cuando el arma se le encasquilló, continuó el ataque matando con un cuchillo a dos civiles y un agente de policía. Hassouna no iba solo, sino que en un coche cercano le acompañaban otras dos personas. Una de ellas, tal como detectaron posteriormente las autoridades israelíes, llamó a Marwan Barghouti una vez el ataque tuvo lugar. Esa comunicación telefónica fue presentada por Israel como la prueba irrefutable de que Barghouti dirigía las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, el brazo armado del partido político Fatah.

Unos meses después de eso, y tras un chivatazo de un miembro de la organización islamista Hamás, Israel, en plena ofensiva contra Cisjordania, lanzó la operación «Escudo Defensivo» con la que rodeó a Barghouti en la ciudad de Ramala y le capturó. En 2004, fue acusado del asesinato de cinco civiles israelíes y condenado, por tanto, a cinco cadenas perpetuas. Actualmente, permanece encerrado en una cárcel de Israel.

Nacido en el año 1959 en Kobar, una aldea de colinas al norte de Ramala, en la zona de Cisjordania, vivió desde su juventud los horrores de la guerra. Con apenas ocho primaveras, en 1967, estalló la Guerra de los Seis Días con la que Israel conquistó la península del Sinaí y la franja de Gaza de manos de Egipto, Cisjordania y Jerusalén Este de manos de Jordania y los Altos del Golán de Siria. Con 15, fue arrestado por participar en manifestaciones. Fue también entonces cuando ingresó en Fatah, el movimiento fundado por Yasir Arafat que, con los años, dominaría la política palestina.

En la Universidad de Birzeit, a donde acudió tras su liberación, estudió historia y ciencias políticas. También ahí se convirtió en líder del Consejo estudiantil. Famoso por organizar huelgas y protestas que le valieron nuevas detenciones y la deportación temporal a Jordania, regresó clandestinamente durante los primeros años de la Primera Intifada, en 1987, ya convertido en uno de los personajes más importantes del movimiento nacional palestino.

Su fama creció en los noventa, durante los Acuerdos de Oslo, cuando apoyó las negociaciones de paz, convencido de que la creación de un Estado palestino pasaba por un acuerdo político con Israel. «Creer en la paz no significa aceptar la humillación», dijo entonces. Desde Ramala, donde dirigía la rama local de Fatah y coordinaba las milicias de Tanzim, intentó mantener el difícil equilibrio entre la diplomacia de Arafat y la impaciencia de una juventud que ya no confiaba en los tratados.

El líder palestino Marwan Barghouti

Protestas a favor de Marwan BarghoutiAFP / Musa Al SHAER

Cuando estalló la Segunda Intifada, en el año 2000, su papel cambió. Barghouti se convirtió en el portavoz más visible de la resistencia armada, aunque siempre negó haber ordenado ataques contra civiles. En 2002, cuando fue detenido por el Ejército israelí, se negó a reconocer la legitimidad del tribunal. «Soy un representante electo del pueblo palestino. Este juicio es político, no judicial», afirmó entonces.

En 2006, fue elegido miembro del Consejo Legislativo Palestino desde su celda. Al año siguiente, tras los enfrentamientos violentos entre Fatah y Hamás, Palestina quedó dividida en dos gobiernos rivales, con Hamás en Gaza y Fatah en Cisjordania. Desde su prisión, Barghouti intentó mediar y envió mensajes llamando a la reconciliación, alertando de que «una nación ocupada no puede permitirse estar dividida». Ningún otro dirigente palestino ha conservado un apoyo tan transversal. En las encuestas, incluso hoy, Barghouti sigue siendo el político más popular entre los palestinos, muy por encima de Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, o de los líderes de Hamás. Un estudio realizado el año pasado por el politólogo palestino Khalil Shikaki, del Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas, le da más votos a él que a sus dos inmediatos perseguidores juntos.

Desde su detención, su nombre ha aparecido en cualquier canje de prisioneros entre Israel y Palestina. También ahora, cuando se negocia el plan de paz de Donald Trump. En principio, iba a ser liberado como compensación por los 48 rehenes israelíes que siguen en la Franja, pero ayer, de imprevisto, Israel volvió a cambiar los términos previamente acordados. Tal Heinrich, portavoz de Netanyahu, afirmó que ni Barghouti ni muchos líderes de Hamás serán liberados. Está por ver cómo afecta estos a unas negociaciones, las de paz, que han dado el primer y dificilísimo paso pero a las que les queda un largo y tortuoso camino por delante. Mientras tanto, Barghouti seguirá en prisión; en la Franja se reclamará su regreso, e Israel, temeroso de que una figura como él pueda unir y liderar a los palestinos, seguirá manteniéndolo encerrado.

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