La expresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner
El regreso de Cristina Kirchner al banquillo y a «la pantalla» en la mayor causa de corrupción de Argentina
La ex presidenta calificó de «bodrio judicial» la acusación de ser jefa de una asociación ilícita que recaudó miles de millones en sobornos en la causa «Cuadernos»
Estaba presente en la sala sin estarlo, Cristina Fernández de Kirchner hizo todo lo que pudo para ahorrarse otra humillación judicial. La causa conocida como «los cuadernos de Centeno», apellido del chofer de un alto cargo de su Gobierno, es la más voluminosa en términos económicos y de corrupción y ella está en primera línea de un proceso que no ha hecho más que empezar.
La expresidenta está sentada virtualmente en el banquillo (por vídeo conferencia) y físicamente en su piso de Buenos Aires, donde cumple arresto domiciliario controlada por una tobillera electrónica.
En la primera audiencia telemática evitó que saliera su imagen en pantalla, pero el juez, Enrique Méndez Signori, le exigió que enfocara la cámara a sí misma y no a su abogado. No tuvo más remedio que obedecer pese a haber calificado el juicio de «bodrio judicial» en su cuenta de X.
Los procesados que ayer escucharon los delitos que les imputan desfilarán –virtual o presencialmente– delante del Tribunal Oral Federal número 7. Para los fiscales forman una organización ilícita orquestada desde el Gobierno con ella a la cabeza. El objetivo de la misma no era otro que amasar enormes fortunas fruto de los sobornos entregados por otra lista de empresarios que se plegaron a las exigencias del Gobierno más corrupto de la historia de Argentina, a cambio de licitaciones de obras públicas.
Al lado de los que presuntamente ponían la mano para recoger el sobre, figura el antes todopoderoso ministro de Planificación, Julio De Vido y subordinados suyos, conocidos por los inversores españoles del sector, como Roberto Baratta (subsecretario de Energía), Ricardo Jaime (exsecretario de Transporte), Juan Pablo Schiavi (el mismo cargo) o el mundialmente famoso ex secretario de Obras Públicas, José López, al conocerse las imágenes en las que lanzaba por un muro bolsas de viaje llenas de miles de dólares a un antiguo monasterio.
En esa lista negra figura el iletrado ex chofer reconvertido en emprendedor de Néstor Kirchner, Rudy Ulloa y el propio Oscar Centeno por ser el que llevaba a «los coimeros» de un lado a otro. También Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández y naturalmente, ella, CFK, siglas por las que la viuda de Néstor Kirchner era conocida mientras estuvo en el poder. A toda la banda, según los fiscales, les acusan de formar una asociación ilícita que operó entre 2003 y 2015. Es decir, durante los tres gobiernos del matrimonio Kirchner/ Fernández.
En el bando de los que pagaban los sobornos figuran 65 ejecutivos y consejeros delegados de grandes empresas como, entre otras, Metalúrgicas Pescarmona o Metrovías.
El caso se destapó, tras muchas idas y vueltas, cuando el periodista del diario La Nación, Diego Cabot, publica la investigación y presenta a la justicia copias del diario de Centeno donde estaban apuntados con detalle las rutas, número de fajos de billetes y hasta su peso y sedes de empresas y domicilios de los empresarios que entregaban las «coimas», sobornos millonarios. Por este trabajo de investigación, Cabot recibió el Premio Nacional de Periodismo Rey de España.
Cristina Fernández, que cumple condena por otra causa de corrupción podría recibir una pena de entre cinco y diez años de prisión, está acusada directamente de ser la cabecilla de la organización. En palabras de la justicia de ser la «jefa de una asociación ilícita, coautora de 204 cohechos pasivos y partícipe necesaria de un cohecho pasivo».
De acuerdo con la prensa argentina, en total hay 87 imputados, 19 formaban parte de los gobiernos de Kirchner, 65 empresarios y dos chóferes de los corruptos.
Además, 626 testigos han sido convocados y entre los que más están dispuesto a hablar destacan los arrepentidos. Entre estos últimos, el que confiesa haber entregado en persona a Cristina Fernández bolsas cargadas de dólares en su apartamento del coqueto barrio de la Recoleta.