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El opositor cubano José Daniel Ferrer, en una rueda de prensa en La Habana

El opositor cubano José Daniel Ferrer, en una rueda de prensa en La Habana(EPA) EFE

Entrevista | José Daniel Ferrer, opositor cubano

«Hay algunas guerras de egos en el exilio cubano: muchos hacen lo mismo mientras se descuidan otros frentes»

El carismático opositor cubano relata a El Debate sus últimos días en la cárcel, torturas incluidas, y sus primeras semanas en el destierro estadounidense

«Empezaría diciéndole que el régimen llevaba ya más de 25 años tratando de echarme de Cuba y siempre me negué a que me echasen de mi país. Pero, finalmente, me he visto obligado debido a las circunstancias actuales, debido sobre todo a los riesgos y al peligro de prisión inminente para mi esposa y de abandono casi total para mi hijo, que no tendría ni a su padre ni a su madre», explica José Daniel Ferrer al ser preguntado por las razones que le llevaron a aceptar ser desterrado de Cuba el pasado 13 de octubre.

«Y por otro lado» añade, «está el hecho de que cada vez que me encierran en una cárcel, me neutralizan por completo porque pierdo todo en el exterior: no sé qué pasa, ni puedo incidir ni guiar ni aconsejar ni dirigir a los miembros del grupo [la Unión Patriótica de Cuba]».

Debido a eso, en la última ocasión en que fue encarcelado, el 29 de abril de este año, Ferrer decidió que saldría de Cuba sabiendo que para la tiranía eso sería una muy buena noticia. «Cuando les llegó la información de que yo estaba dispuesto a irme, pues pusieron en práctica lo que ya tenían pensado para obligarme a marcharme: golpes, torturas y humillaciones».

¿Qué tipo de torturas?

–Tumbarme a golpes, con la ayuda de ocho, nueve o diez presos comunes, individuos que tienen en su historial uno, dos y tres asesinatos, ocho, diez, o veinte hechos de sangre. También individuo con trastorno mental. Para ellos la violencia es el mecanismo con el que todo se soluciona. Si se dedicaban a sujetarme, les ofrecían rebaja de sanción. O libertad inmediata si lograban lo que pretendía la policía política.

¿Por ejemplo?

–Obligarme a pararme en firme. Ponerme el uniforme de preso común y obligarme a comerme los alimentos en muy mal estado de la prisión. Cuando esto empezó, me declaré en huelga de hambre. Después de golpearme me arrastraban. En la celda me tapaban la nariz, me apretaban la garganta y la mejilla para obligarme a abrir la boca. Si no abría la boca, me asfixiaba. Entonces me introducían el alimento en mi estómago. Me lo hacían tragar. Empezaron haciéndolo con una cuchara. Mientras, me hacían, me apretaban los dedos de los pies, me los torcían, también los dedos de la mano y me hacían fuerza en diferentes partes del cuerpo, que son sensibles a la que te aprieten, que te tuerzan. Vomitaba esos alimentos. Eso, si no resumo la parte más dramática.

Diga más, si puede.

–Eso llevó a que el 5 de julio, después de ya más de diez días con este tipo de procedimiento diario, después de golpearme ya el 26 de junio, me dieron tal cantidad de patadas en el suelo que me hicieron defecar sobre la ropa.

Volvamos al 5 de julio.

–El 5 de julio me aprietan, me golpean primero, luego me aprietan la nariz, la garganta, nuevamente la boca y la mejilla. Me obligan a abrir la boca y me introducen un trozo de palo de como unos 15 centímetros y dos de diámetro. A continuación me introducen un embudo cuando ya tengo la boca forzosamente abierta, y me hicieron bajar casi medio litro de una sopa que tenía un hedor tremendo porque la habían hecho un picadillo en estado de descomposición, un picadillo que el hedor era bastante fuerte.

¿Qué dijeron?

–La orden fue: «Si la vomita de nuevo como ha venido haciendo, pues recogen el vómito y se lo introducen nuevamente en su estómago». Ante esa situación decidí dejarme poner el uniforme, pararme para el recuento de presos y comer al menos el arroz del penal, que era lo que menos hedor tenía.

Así hasta el 13 de octubre, cuando partió al destierro. ¿Cuáles fueron las señales que le permitieron saber que iba a marcharse?

–Es un proceso en el que primero querían obligarme a irme para Guyana o Nicaragua. Sin mi familia. Me negué. Luego, al mes, aceptaron que pudiera salir a Estados Unidos con mi familia, pero querían obligarme a que pidiese a Estados Unidos ser negociador y a la Iglesia Católica, mediadora. Me volví a negar, lo que retrasó un mes la decisión de liberarme. Entonces el lunes me dan un teléfono móvil para que hable con mi esposa. Mi familia en Estados Unidos ya habían sacado el pasaporte, comprado los billetes. Todo estaba listo para que saliese del país. Entonces termino diciéndole a mi familia que sí y el lunes me sacan de prisión directo al aeropuerto.

Su llegada fue, obviamente, muy publicitada. ¿Qué impresiones saca del primer mes en libertad?

–Bueno, son muchas. Empezaría por decirle que por lo menos el poco espacio de tiempo que me queda para dormir, lo aprovecho tranquilamente porque no tengo que estar con la tensión de que van a asaltar mi hogar y se van a llevar mis armas.

¿Qué armas?

–Mis armas son el teléfono y el ordenador. No tengo que preocuparme porque se van a llevar los alimentos o medicinas de mi hijo. Lo otro que he podido experimentar es el afecto, el cariño, la amabilidad, la hospitalidad de centenares de cubanos y de venezolanos y de otros amigos aquí en Miami, en Washington y por dondequiera que pasamos.

¿Y en clave política?

–Me ha impactado confirmar lo que ya sabía y que fue algo que me movió a salir de Cuba, salir al exilio. La cantidad de tiempo que se pierde en cuestiones que no hacen que la causa se consolide y la cantidad de tiempo que se pierde en duplicar funciones, en hacer muchos lo mismo mientras se descuidan otros frentes.

Alude con diplomacia a la guerra de egos que suele lastrar al exilio cubano.

–Hay un poco de eso. Lo que hacemos de manera individual, por muy bien que lo hagamos, no nos va a permitir avanzar mucho.

¿Cómo piensa actuar desde el exilio? ¿Tiene un plan?

–Sí, obvio. El plan inicial que ya se está ejecutando, se está poniendo en práctica y se va ampliando diariamente.

No se conquista la libertad sin riesgo, pero hay que actuar con el menor riesgo posibleJosé Daniel FerrerOpositor cubano

¿En qué consiste?

–En seguir creando células pequeñas que van a estar trabajando de manera clandestina o semi clandestina dentro de Cuba. Y esas células pequeñas van a estar siendo dirigidas, orientadas, organizadas, apoyada por coordinadores que estamos exiliados.

Porque quien intente organizar, estructurar y levantar el activismo dentro de Cuba le pasa lo que me pasó a mí en varias ocasiones y lo que le pasa a Félix Navarro [otro preso encarcelado] y lo que le está pasando a otros. Desde aquí podemos estructurar, organizar, repito, dirigir, apoyar a nuestra gente allá y buscando que corran el menor riesgo posible. Siempre va a haber riesgo. No se conquista la libertad sin riesgo, pero hay que actuar con el menor riesgo posible.

¿En qué fase se encuentra el plan?

–En esta fase en que el régimen es excesivamente represivo y que tiene mucho temor al pueblo, que cada día protesta con mayor energía contra los apagones, contra el hambre, contra la miseria, contra la crisis epidemiológica, contra la falta de medicinas, contra la crisis o por la crisis en los hospitales, por las injusticias, por las violaciones a los derechos humanos. Y, mientras, vamos trabajando en esa línea, también tratando de convencer, de ponernos de acuerdo con otros grupos para que podamos articular un movimiento unido.

¿Podría anunciar algún tipo de acciones concretas?

–Cómo no, ya de hecho estamos en plena campaña de graffitis por toda Cuba para dejar claro al régimen y también a quienes sí se interesan en lo que pasa en Cuba, que hay un pueblo que masivamente quiere derechos, quiere libertad, quiere democracia, que está en contra de la tiranía ahora mismo por toda Cuba. Nuestra gente, de manera progresiva creciente, va poniendo más libertad para los presos políticos. Una serie de grafitis que se están poniendo por toda la isla con la D y la H.

D y H por derechos humanos. ¿Cuál es la intención?

–Que el 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, se desarrollen muchísimas actividades, tanto en el interior de la isla como en diferentes naciones donde viven muchos cubanos, para dejar claro el deseo y la voluntad de miles de cubanos que queremos que se respeten todos los derechos humanos en nuestro país. Así como esas acciones iremos mencionando en la medida que se vayan desarrollando.

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