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Una mujer sostiene una bandera con el escudo de armas de la República Popular de Bielorrusia en Vilna, LituaniaAFP

Bielorrusia y Georgia: dos ejemplos de cómo la injerencia rusa acaba con la democracia y la libertad de prensa

La Eurocámara conmemoró este martes en Estrasburgo la labor de los periodistas encarcelados Andrzej Poczobut y Mzia Amaglobeli por su defensa de la libertad de expresión

El Parlamento Europeo ha querido reconocer con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2025 a dos periodistas encarcelados en Bielorrusia y Georgia, Andrzej Poczobut y Mzia Amaglobeli respectivamente. A la ceremonia de entrega, que se celebró este martes en Estrasburgo, no pudo asistir ninguno de los premiados, que cumplen actualmente penas de cárcel en sus países por defender la libertad de expresión y de prensa contra «la tiranía patrocinada por el Kremlin», como defendió el Partido Popular Europeo (PPE), que patrocinó sus nominaciones.

En Bielorrusia, el régimen de Aleksandr Lukashenko ha reprimido cualquier tipo de oposición con el uso de la violencia y las detenciones arbitrarias. Georgia ha protagonizado durante meses protestas contra la deriva autoritaria del Gobierno, con Sueño Georgiano al frente, y contra su afinidad con Moscú. Poczobut y Amaglobeli son claros ejemplos de cómo estos vínculos con el Kremlin acaban defenestrando la democracia y, en consecuencia, la libertad de expresión.

Robert Tyszkiewicz, exdiputado polaco, explica en conversación con El Debate que el caso de Poczobut en Bielorrusia es especialmente delicado por pertenecer a la minoría polaca del país, algo que, en su opinión, le ha condenado a ocho años de prisión. El periodista es conocido por sus contundentes críticas al régimen de Lukashenko y sus trabajos sobre historia y derechos humanos. Ha sido arrestado en diversas ocasiones, la última vez en 2021, acusado de «incitar a la discordia».

Un año antes, Poczobut había cubierto ampliamente las masivas protestas que estallaron en Bielorrusia tras conocerse los resultados de las fraudulentas elecciones presidenciales de ese año, que dieron como ganador a Lukashenko, gran aliado del ruso Vladimir Putin y en el poder desde 1994.

Activistas y grupos opositores denunciaron que los resultados habían sido amañados y la población se echó a las calles como nunca antes para exigir una democracia real, así como mayores libertades. Lukashenko respondió con una violencia sin precedentes contra los manifestantes, que dejó un saldo indeterminado de muertos −nunca se publicaron datos oficiales− y más de 7.000 detenidos. Tras esta brutal respuesta, Lukashenko recibió el respaldo total de Putin, que tan solo dos años después utilizaría territorio bielorruso para invadir Ucrania en febrero de 2022.

«Las dictaduras no se rigen por la lógica, pero también tienen su propia visión de la realidad, sus propios miedos», apunta Tyszkiewicz. El exdiputado polaco argumenta que Poczobut representa una amenaza para el dictador bielorruso por varias razones: por ser un periodista independiente y trabajar para medios extranjeros, por convertirse en un líder para la minoría polaca del país y por su activismo en la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, y a pesar de que su estado de salud ha empeorado notablemente y se le niega la asistencia médica básica, Poczobut está dispuesto a pelear hasta el final. Una frase que definiría al periodista, según el polaco, sería: «No elegimos la época en la que vivimos, pero sí elegimos cómo vamos a vivir en ella».

«Lukashenko teme que la minoría polaca se involucre en la política, por lo que, simbólicamente, mantiene a Poczobut encarcelado para enviar un mensaje a esa minoría: que deben ser obedientes y no deben ser activos ni comprometerse», continúa Tyszkiewicz. Este pasado sábado, Bielorrusia liberó a 123 prisioneros políticos; entre ellos se incluyeron la destacada activista opositora Maria Kolesnikova o el premio Nobel de la Paz Ales Bialiatski, pero ni rastro del periodista.

Sobre este intercambio, el exdiputado polaco advierte de que «el régimen de Lukashenko no se está volviendo más liberal» y que en Bielorrusia se detiene a «gente nueva constantemente». Para Tyszkiewicz, esta liberación deja entrever que Lukashenko «tiene mucho miedo a lo que pueda pasar una vez termine la guerra de Ucrania y teme que Putin no le siga necesitando». «Está muy inseguro de su futuro, pero, al final, el pueblo de Bielorrusia es quien debe tener la última palabra», defiende.

Georgia, entre Rusia y la Unión Europea

Georgia atraviesa una situación muy delicada tras meses de protestas contra el Gobierno, que apuesta por acercarse a Rusia y alejarse de la Unión Europea. A esto se suma una reciente investigación de la cadena británica BBC, hecha pública a finales de noviembre, que denuncia que en 2024 las autoridades rociaron a los manifestantes con gas CS, utilizado durante la Primera Guerra Mundial. Irma Dimitradze, periodista y activista polaca que recogió el Premio Sájarov en nombre de Mzia Amaglobeli, denuncia que ahora mismo el periodismo independiente es el «único obstáculo para establecer un Estado autoritario».

Protestas en GeorgiaAFP

Amaglobeli, directora de los medios digitales Batumelebi y Netgazeti, fue detenida en enero de 2025 y posteriormente condenada a dos años de prisión por participar en protestas contra el Gobierno. La periodista se convirtió así en la primera mujer prisionera política de Georgia desde su independencia de la Unión Soviética. Dimitradze asegura que cada día que pasa el partido gobernante Sueño Georgiano endurece la legislación con leyes cada vez más restrictivas. En este sentido, denuncia que la situación de los periodistas en Georgia es especialmente complicada y que cualquier publicación puede ser motivo de arresto. La propia Dimitradze confiesa a El Debate que teme ser detenida una vez que vuelva a su país por haber dado declaraciones a medios extranjeros durante su estancia en Estrasburgo.

«La comunidad internacional solía decir que Georgia era una estrella brillante en la región en términos de democracia», rememora la periodista, que explica que este cambio dramático se dio «en muy poco tiempo». «Lo que está sucediendo ahora en Georgia va más allá de un determinado partido político que está tratando de monopolizar todo el poder. Lo que está pasando es que el oligarca que está al frente del país ha analizado la situación y las declaraciones de Putin, que ha dicho estar decidido a conquistar Europa, y cómo los europeos han respondido a esa amenaza, y ha llegado a la conclusión de que Putin va a ganar y, por eso, ha escogido el bando de Rusia», resume Dimitradze.