El líder serbobosnio Milorad Dodik
Los Balcanes, la frontera olvidada donde Trump también quiere moldear el futuro de Europa
A finales de octubre, Washington sorprendió al levantar las sanciones contra Milorad Dodik, el líder serbobosnio y principal factor de inestabilidad en Bosnia
Durante más de un año, varios diplomáticos europeos han advertido de que Bosnia y Herzegovina se acerca peligrosamente a una nueva crisis capaz de desestabilizar el sudeste de Europa. Un conflicto anclado en las heridas abiertas de la guerra de los años noventa y en el frágil equilibrio institucional impuesto por los Acuerdos de Dayton, que ahora ha vuelto al primer plano de la geopolítica internacional por una vía que, en este 2025, ha sido la línea común de todas las causas: la intervención directa de la Administración de Donald Trump.
A finales de octubre, Washington sorprendió a varios de sus aliados europeos al levantar las sanciones contra Milorad Dodik, el líder serbobosnio y principal factor de inestabilidad en el país. El movimiento supuso un giro brusco respecto a años de diplomacia estadounidense alineada con Bruselas y se produjo tras un acuerdo informal por el cual Dodik aceptó abandonar la presidencia de la República Srpska –la entidad serbia de Bosnia– y derogar una batería de leyes secesionistas que desafiaban la autoridad del Estado central en Sarajevo.
La decisión ilustra con nitidez el enfoque que Trump ha vuelto a imprimir a la política exterior estadounidense, con sanciones a cambio de concesiones inmediatas, incluso cuando el interlocutor es un dirigente abiertamente nacionalista, cercano a Moscú y con un historial de amenazas de ruptura territorial. Dodik, aliado del presidente ruso Vladimir Putin, ha defendido durante años la separación de la República Srpska, un escenario que reavivaría tensiones en una región donde más de 100.000 personas murieron entre 1992 y 1995.
Detrás del levantamiento de sanciones hay una intensa campaña de lobby impulsada por el propio Dodik en Washington tras la reelección de Trump. A lo largo de 2025, la República Srpska firmó contratos por cientos de miles de dólares con firmas de presión política estadounidenses, algunas vinculadas directamente al entorno MAGA, tal como desveló Financial Times. Entre quienes prestaron apoyo público o privado al líder serbobosnio figuran Rudy Giuliani, exabogado personal de Trump; la activista conservadora Laura Loomer; y Rod Blagojevich, exgobernador de Illinois, condenado por corrupción y posteriormente indultado por el propio Trump.
El mensaje caló en sectores importantes del trumpismo y Dodik fue presentado como una víctima de persecuciones políticas, un nacionalista enfrentado a élites globalistas y un defensor de una comunidad cristiana acosada, un discurso con eco en la derecha estadounidense. En paralelo, el líder serbobosnio no dudó en apelar al interés económico de Washington, sugiriendo posibles acuerdos sobre la explotación de minerales estratégicos, como el litio, en el este del país.
El exalcalde de la ciudad de Nueva York y abogado de Donald Trump, Rudy Giuliani
Para la Casa Blanca, el levantamiento de sanciones se justificó como un intento pragmático de desactivar una crisis inminente. El Departamento de Estado aseguró haber actuado de forma «deliberada y discreta» junto a socios internacionales y dejó abierta la puerta a reimponer castigos si se pone en riesgo el orden surgido de Dayton. Sobre el papel, la maniobra dio resultados inmediatos, pues Dodik aceptó apartarse del cargo y revocar parte de la legislación más desafiante.
Sin embargo, en Europa crecen las dudas. Antiguos responsables internacionales en Bosnia temen que la retirada de sanciones haya sido prematura y haya erosionado una de las pocas herramientas de presión efectivas sobre el dirigente serbobosnio. Observan con inquietud que, lejos de moderar su discurso, Dodik ha retomado en las últimas semanas una retórica abiertamente secesionista, sugiriendo que el gesto de Washington le ha concedido un margen de impunidad política. Y, en el horizonte, el miedo a que, 30 años después, los Balcanes vuelvan a abrir la herida.