Seguridad vial
La ITV es una de las pruebas más temidas por los conductores españoles. El creciente envejecimiento del parque móvil ha provocado que cada vez un mayor número de automóviles suspendan por diversos motivos.
Tradicionalmente los problemas de iluminación, los neumáticos y las emisiones suelen estar entre las causas que mayor número de coches envían al taller o... al desguace.
En este caso un lector nos comenta un suceso ocurrido recientemente al ir a pasar la inspección. El vehículo, un Seat León del año 2010, superó todas las pruebas sin el menor contratiempo excepto una: la profundidad de dibujo del neumático.
Tal y como es sabido, los neumáticos cuentan con unos testigos que salen a la luz cuando ha llegado el momento de cambiarlos.
De acuerdo con la DGT los neumáticos deben tener una profundidad mínima de 1,6 milímetros, pero los testigos que ponen los fabricantes pueden no estar a esa profundidad, sino que afloran antes porque los fabricantes de neumáticos consideran que esa profundidad está fuera del margen de seguridad.
De hecho, según los fabricantes de neumáticos es recomendable cambiar las gomas cuando su profundidad es inferior a los 4 milímetos, resultando muy peligrosos por debajo de los 2 milímetros.
Frente a estas cifras que son las que dan los propios expertos en la materia, la DGT se permite el lujo de disminuir el margen para el cambio a 1,6 milímetros.
Además, en numerosas ocasiones los técnicos de la ITV se guían por los testigos, que como hemos dicho hay veces que pueden no reflejar la profundidad obligatoria.
En este caso el lector tuvo que reclamar que aunque los testigos habían aparecido, la profundidad era superior a los 1,6 milímetros con la ayuda de un calibre, un dato que tuvo que mostrar al responsable del centro, pues el operario no quería dársela como válida pese a tener más de 1,6 milímetros de profundidad.
Tampoco podemos olvidarnos de la regla del euro, una comprobación muy sencilla que nos permite saber si los neumáticos están bien, algo tan sencillo como colocar una moneda en una de las ranuras de goma, si la moneda se sostiene está bien y, si se cae, habrá que cambiarlos.
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