
Philippe Alexandre
Philippe Alexandre (1932-2022)
El cronista radiofónico más impertinente de Francia
Varios mandatarios galos pidieron su cabeza; al final se la cobró el grupo Bertelsmann

Philippe Alexandre
Publicó sus primeros artículos en 'Combat', diario fundado por Albert Camus, y continuó en otras cabeceras, siendo 'Le Figaro' una de ellas. A partir de finales de los sesenta se convirtió en uno de los cronistas políticos más temidos.
El 3 de noviembre de 1994, hace exactamente 28 años, el semanario Paris-Match reveló en portada la existencia de Mazarine, la hija adulterina que el presidente François Mitterrand había tenido veinte años antes con su amante Anne Pingeot. El revuelo que se produjo a raíz de esta exclusiva fue considerable: por entonces, las costumbres francesas, en lo tocante a la vida privada de los personajes públicos, diferían ampliamente de las anglosajonas.
El tiempo y las lenguas que se han ido desatando han demostrado que fue el propio Mitterrand quien dio su visto bueno a la publicación de las instantáneas para, entre otras cosas, intentar controlar daños por anticipado. Uno de los misiles que se avecinaba era Alegato por un viejo presidente abandonado por los suyos, mordaz ensayo escrito por el periodista Philippe Alexandre, que aludía veladamente –sin dar nombres– a la «segunda familia» del presidente.
Cuando Alexandre escribía o hablaba, los principales políticos de Francia se ponían a temblar. Sobre todo, entre 1969 1996, años en los que mantuvo una crónica matutina en la emisora Rtl, la más escuchada del país –hoy es la segunda– en aquella época. Durante dos minutos, Alexandre, periodista con las fuentes más fiables de París político, desgranaba la actualidad política sin concesiones ni, menos aún, sesgo partidista o ideológico.
Por ejemplo, fue de los primeros en cuestionar la tesis oficial del suicidio en relación con la misteriosa muerte –el caso sigue sin resolverse–, del ministro de Trabajo Robert Boulin, escándalo que, junto al de los diamantes de Bokassa, empañó los dos últimos años del mandato de Valéry Giscard d’Estaing. Alexandre también ofició en la pequeña pantalla: durante unas temporadas desconcertó incansablemente a Serge July, su contrincante en los platós y director del muy progresista diario Libération. Pero podía haber sido otro, pues resultaba casi imposible por donde iba a salir Alexandre.Semejante estilo hizo inevitable que más de un presidente o primer ministro pidiera su cabeza. Pero los accionistas luxemburgueses de la emisora, que poco o nada tenían que temer del poder político, aguantaban los embates. Sin embargo, en la segunda mitad de los noventa, con la entrada del grupo multimedia alemán Bertelsmann en el capital de Rtl, los vientos empezaron a soplar distinto. Alexandre cayó.
Pero resucitó: un libro feroz sobre la entonces estrella ascendiente del Partido Socialista, Martine Aubry, a la que definía como «burócrata imperial», se convirtió en un éxito de ventas que lastró una imparable carrera hacia el Elíseo que se tornaba imparable.
En sus últimos años, el avezado periodista también destacó con notables biografías divulgativas, bien acogidas por el gran público, de la Reina Victoria de Inglaterra o de Thomas Cook, escritas junto a su esposa Béatrix de l’Aulnoit, Un género en el que proyectaba una imagen más consensual.