El último gran representante del toreo gitano

Había nacido en el barrio de Santiago, tan gitano y tan flamenco. Desde sus comienzos, toreó con un estilo personal, inconfundible. Cuentan que el viejo Juan Belmonte enviaba a su chófer a recogerlo para que toreara para él solo…

Rafael de Paula tomó la iniciativa en Ronza en 1960. Tardó catorce años en confirmarla, en Las Ventas. Ese mismo año, 1974, el día 5 de octubre, supuso quizá su consagración: en Vista Alegre, alternando con Antonio Bienvenida y Curro Romero, su toreo con el capote dejó un recuerdo imborrable. Esa tarde. Había nacido una leyenda.

Otra actuación memorable suya, en Jerez, el el 17 de mayo de 1979, ha quedado inmortalizada en esa plaza con una placa de bronce. También cautivó a la afición de Las Ventas el 28 de septiembre de 1987, con un sobrero de Martínez Benavides.

Como es propio de los diestros de su línea, su carrera fue irregular, alternando polémicas, broncas, toros al corral y faenas para el recuerdo. En los últimos años, además, las condiciones físicas le limitaron mucho. Se retiró en Jerez el año 2000.

Lo proclamaba él, sin modestia: «Yo soy el arte del toreo. Yo soy el que mejor ha toreado de todos los tiempos. Hay tres toreros en la historia que han toreado con los dos, capote y muleta: Juan Belmonte, Antonio Ordóñez y Rafel Soto Vargas». (es decir, él mismo).

Fuera de los ruedos, vivió también algunos escándalos. En 1985, fue detenido por haber contratado supuestamente a alguien para que atacara a un amante de su mujer. En el 2012, abandonó a mitad un acto de homenaje que le dedicaban, en el Parador de Ronda.