La princesa Leonor estuvo francamente bien ayer en Oviedo, en la entrega de los premios que llevan su título. No solo lo hizo correctamente en la parte formal, donde demuestra cada día más seguridad, sino también en el contenido de lo que expuso. En sus palabras se guarecía un ejercicio de humildad y de esperanza, cuando afirmó ante los premiados «lo mucho que aprendemos de vosotros». Y así es, lo mejor que pueden hacer los jóvenes es seguir la huella que en el camino de la vida van dejando los más brillantes porque eso, como también dijo la princesa, les «permite entender el mundo». Ese mundo, querida Leonor, el que te va a tocar a ti cuando llegues a Reina, va a ser muy complejo. Tengo la esperanza, sin embargo, de que la humanidad siempre ha sabido sobreponerse a las grandes crisis y esta que vivimos –de valores e instituciones– no es más grave que otras ya superadas. Al final de la vida nos examinarán de amor; pues bien, cuando pasen los años, lo mejor que puedes ofrecer para comprender lo que ocurre a tu alrededor es afecto y autenticidad. Eso que ayer proclamaste por la tierra de tu madre, Asturias, que es un poco la patria querida de todos los españoles.
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