Dicen los socialistas que ellos «aman España». Hay amores que matan. Espero que no sea el caso. La duda es, de todos modos, a qué España se refieren. El PSOE ya nos habló de la multinivel, la del federalismo asimétrico, la del viejo federalismo, la autonómica o la España sin las regiones que piden independencia y que tanto fascinan a la izquierda socialdemócrata, dispuestas a irse por su cuenta. Al fin y al cabo, no olvidemos que una de sus lumbreras dijo aquello de «discutida y discutible». La otra pregunta obligada es de qué PSOE estamos hablando. Hasta hace unos años era un partido socialdemócrata. Con Zapatero se deslizó al extremismo más furibundo, semilla de la confusión actual. Con Sánchez, además de querer ser verde y feminista, que es como no decir nada, hemos encontrado el rostro menos democrático de los socialistas españoles. Eso puede explicar por qué es un partido con escaso apoyo social, necesitado de muletas tan sorprendentes como las del independentismo vasco y catalán. Por algo será, claro. A mí me parece que la actual dirección del PSOE, aunque esté gobernando, no conoce la España real. Porque conocer es amar y amar es comprender pero Sánchez y todo su entorno no comprenden a los españoles, ni siquiera a los que les votan.
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