Colell, del España nos roba al España nos coloca
No olvido la clase magistral que nos dio a los periodistas Mas-Collel sobre las bondades de la Republiquetta y ahora veo que el talón al portador del Banco de España, con el sello de aquel país tan malísimo que él pretendía destruir, tiene efectos alucinógenos en el profesor de Economía
Andreu Mas-Colell fue consejero de Artur Mas y antes lo había sido de Jordi Pujol. Hoy, lo ha elegido José Luis Escrivá, exministro de Pedro Sánchez y actual gobernador del Banco de España, para participar en la selección del nuevo director general de Economía de este organismo, después de que acaba de dimitir Ángel Gavilán por la publicación del informe anual del Banco que terminó siendo un traje a medida del Gobierno. O sea, formará parte de un enjuague para tapar la salida apresurada de un señor que parecía tener ciertos escrúpulos frente al ecosistema gubernamental.
Pero volvamos al expolítico catalán. Mas-Colell ha sido profesor en Harvard y tiene un brillante expediente académico. Pero, como tantos otros, vendió su alma al diablo independentista para saciar su ambición política y terminó ensuciando sus manos en la gestación de un golpe de Estado. Recuerdo que tuve la oportunidad de conocerle en un encuentro informativo. Y, entonces, aunque sus acólitos le vendían como un moderado dentro de la Generalitat de Mas, lo que yo escuché de sus labios fue muy poco moderado, más bien abiertamente sedicioso: que «España nos roba», que «permanecer aquí es el camino a la decadencia» y que Cataluña, si no se convierte en una República independiente, no puede competir en el mundo «con un brazo atado a la espalda». Esta y otras perlas para justificar que el Gobierno del que formaba parte estaba emprendiendo un camino a la ilegalidad que luego rematarían en 2017 Junqueras y Puigdemont.
Todas estas lindezas las fue esparciendo durante los seis años, de 2010 a 2016, en que fue subordinado de Mas. Lo curioso es que mientras denunciaba las «escasas» transferencias del Estado a Cataluña y se convertía en un mitinero separatista orillando su indiscutible formación técnica, participó en una malversación de libro, tal y como sostiene el Tribunal de Cuentas, que desvió junto al dream team de Mas el dinero para hospitales y servicios sociales catalanes a embajadas ilegales para la promoción internacional del procés entre 2011 y 2017.
Su vocación fáustica le lleva ahora a dejarse otro jirón de decencia. Después de vender su alma a unos, ahora se la vende directamente a la España que nos «oprime», a la España que nos «humilla» y a la que nos «expolia», según difamaba. Es verdad que lo hace a un ejemplar del sanchismo que previamente también tuvo que claudicar de su integridad profesional para sentarse en el Consejo de Ministros y luego abrir una puerta giratoria bien engrasada para llegar a la cúspide de una institución que hasta entonces había capitaneado Pablo Hernández de Cos, un gobernador diligente y, él sí, absolutamente independiente del poder político. Tras pasar por la máquina de ensuciar instituciones, nos ha quedado un Banco de España hecho unos zorros, que ya no analiza ni las pensiones en sus informes antaño modélicos.
No olvido la clase magistral que nos dio a los periodistas Mas-Collel sobre las bondades de la Republiquetta y ahora veo que el talón al portador del Banco de España, con el sello de aquel país tan malísimo que él pretendía destruir, tiene efectos alucinógenos en el profesor de Economía. De Escrivá y Sánchez —corresponsables de la tropelía— poco se puede añadir teniendo en cuenta que ellos mismos firmaron una ley de amnistía para blanquear aquel golpe. Me pregunto, sin embargo, qué cara pondrán en el Tribunal de Cuentas que le encausó, después de haber asistido atónito a una carta de varios premios Nobel para defender al hoy fichado Mas-Colell, como si España no fuera un Estado de derecho con obligación de sancionar a los que vulneraron su Constitución e imponer castigo a los gestores de fondos públicos que los utilizan para sus intereses particulares y/o políticos.
El hoy nombrado cargo del Banco de España le debe a esa misma España, solidariamente con Artur Mas, la friolera de 2,8 millones de euros. Andreu avaló con su piso parte de la fianza reclamada por el Tribunal de Cuentas. Pero aquí seguimos esperando. Mientras tanto, qué más da abdicar de tus valores si el malvado Estado español te reclama. Qué tiempos, Mas-Colell, en los que te escuché aquello tan bizarro de «si nos independizamos, todo será mejor que sufrir la humillación constante» de España. Pero ya todos sabemos que las humillaciones con pan son menos. Incluso no son.