Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

Groseros anónimos

Por lo menos se identificaban y daban la cara en sus desavenencias. Lo de ahora es imposible. Creo, como don Manuel Marchena, que las redes sociales tienen que identificar a sus usuarios, del mismo modo que el equilibrio judicial en España no puede cobijar como aforados a más de diez mil personas

Actualizada 01:30

Uno de los personajes más inteligentes, cultos y decentes de la España de hoy es, sin duda, don Manuel Marchena. Ha publicado un libro con sus pensamientos y experiencias, que lamento no poder comentar porque aún no lo he leído. El magistrado del Tribunal Supremo opina de todo, y lamenta las facilidades legales de los cobardes para insultar con seudónimos en las redes sociales. Muchos de ellos son sicarios sostenidos económicamente por los partidos políticos, con el PSOE a la cabeza de las generosidades. También los hay sensatos y respetuosos, pero son los menos. Don Manuel ha sido víctima, desde que presidió el tribunal que juzgó y condenó a los forajidos golpistas catalanes, de brutales insultos y desprecios. La prensa ha destacado dos mensajes de don Manuel con los que estoy plenamente de acuerdo. «Hay una legión de aforados en los que el aroma de privilegio es muy intenso». En España hay más de diez mil aforados, más que los privilegiados en toda Europa. Y respecto a las redes sociales se pronuncia en contra del anonimato de internet y los comentaristas camuflados en el anonimato.

Entre estos, hay personas cultas, respetuosas, duras en sus opiniones y absolutamente respetables. Pero también auténticos delincuentes, groseros y mamarrachos. Gentes del pesebre. «No me gusta ni cómo escribe ni lo que escribe», le dijo un airado lector a Cela. –Pues ya es hora de que termine de hacer el imbécil leyéndome–. Los dos tenían razón. Uno, por su valiente reconocimiento cara a cara, y Cela recordándole que gastar la vida leyendo a quien no le gusta, es una imbecilidad.

Si yo escribo y firmo con mi nombre y apellido, ¿por qué me está vedado responderles a quienes tienen nombre y apellido? Don Pedro Muñoz-Seca conocía y sufría la tirria del crítico de teatro José María de Mesa, intransigente con don Pedro por distancias ideológicas. Mesa le auguró a La venganza de don Mendo siete representaciones y lleva 105 años llenando los teatros. Cuando Muñoz-Seca estrenó El Diluvio, en el que metía a dos polizones andaluces en el Arca de Noé, la crítica de Mesa –creo que en El Sol–, fue despiadada. La prensa teatral le preguntó si le había molestado. –Nada de nada. No me importa la opinión de los muebles–. Mesa le envió una cuartillas quejándose de haber sido calificado de mueble. Y don Pedro le respondió:

Esa carta tan chocante
Mesa, que enviado me has,
y que ahora tengo delante
pronto la tendré detrás.

Por lo menos se identificaban y daban la cara en sus desavenencias. Lo de ahora es imposible. Creo, como don Manuel Marchena, que las redes sociales tienen que identificar a sus usuarios, del mismo modo que el equilibrio judicial en España no puede cobijar como aforados a más de diez mil personas. El anonimato es siempre un recurso de la cobardía. Lo malo es que hoy en día, la cobardía se paga con los impuestos de todos los españoles. De eso saben mucho Podemos, Sumar y sobre todo, el sanchismo.

comentarios
tracking