Revilluca
Acude a todas las romerías de pueblos y barrios gobernados por el PRC, canta fatal, pero canta, le gustan los bolos montañeses y es un deslenguado
Conozco a Revilla desde hace muchos años, cuando era vicepresidente de Cantabria con el Partido Popular. Fue un falangista feroz y convencido, conservador más tarde, y al final, socialista de Sánchez. Pero en realidad, más que un político, Revilla es un «showman» televisivo, un hombre que rehúye su ámbito natal y juvenil, Polaciones, porque le dicen los vecinos toda suerte de lindezas. Ha sido duradero porque carece de ideología y sus principios y valores se resumen en la tenencia del poder. Pacta con todos los diablos. Y es listísimo. Acude a todas las romerías de pueblos y barrios gobernados por el PRC, canta fatal, pero canta, le gustan los bolos montañeses y es un deslenguado. Y las anchoas. Ahí coincidimos.
Nada menos que Emilio Romero desde «Pueblo» y Jaime Campmany en su «Pajarita de Papel» del diario «Arriba, se retaron a sacudirse culturalmente mediante sonetos. Ganó Campmany con rotundidad. Cuando Emilio, gran conocedor de la poesía española pero muy mal poeta, perdió su fuerza e influencia, Jaime le abrió las puertas del semanario “Época». Los versos demoledores de Jaime Campmany, los tercetos de su soneto de respuesta , son magníficos, y debo aclarar que como director de Pueblo, Emilio Romero fue un grande del periodismo, y albergó en sus páginas a cuantos jóvenes apuntaban talento sin hacer caso de las ideologías. Ahí tenemos a Raúl del Pozo, por poner un ejemplo.
Conservador tenaz, “progre fecundo,
Anteayer liberal, hoy socialista,
Mañana reaccionario en un momento.
Emilio: Cuando dejes este mundo,
No habrá perdido España un periodista,
¡España habrá perdido un Parlamento!
Eso sí. Un Parlamento brillante, ácido y certero, no como Revilluca.
Tuve con Revilla muy buenas relaciones, hasta que empezó a dar bandazos dialécticos y políticos. En Cantabria sólo ganó unas elecciones, pero en todas tuvo los suficientes votos para gobernar. Como Sánchez. Cuando quiere es cordial, siempre con el interés de la cordialidad como sistema. Y sus palabras, sus insultos, sus desprecios y sus mentiras referidas al Rey Juan Carlos I conforman un cocido montañés que, en lugar de alubias, rebosa de ingratitudes. Revilla, a pesar de su edad, tiene un gran futuro en la televisión, como colaborador de la Inchaurrondo o palmero de Broncano. El Rey Padre ha cometido el error de darle vida y presencia, cuando ya era olvido. Uno de los mejores – quizá el mejor-, de los poetas satíricos de España, el vizcaino «Monsieur de Sans-Foy» le ha dedicado desde el soporte de Musk una décima formidable, que corresponde al Revilla de hoy, que no el de ayer.
Fue el mejor profesional
En el cambio de chaqueta,
Como nadie le respeta
Este viejo carcamal
Quiere juzgar la moral
Y presunta mala vida
De un Rey de capa caída.
En la farsa que comienza,
Revilla es un sinvergüenza
Gane o pierda la partida.
Y fin.