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27 de abril de 2024

Agua de timónCarmen Martínez Castro

Carta a Donald Tusk

Es importante que entiendas que en España se rompieron los códigos éticos de la política cuando el Partido Socialista decidió sustentar la gobernabilidad del país en el golpismo independentista y en los herederos políticos del terrorismo

Actualizada 04:27

Estimado Donald. Te has vuelto a equivocar, lo mismo que te ocurrió hace años al criticar la respuesta del gobierno de Rajoy al independentismo catalán. Entonces, como ahora, te apresuraste a dar lecciones de moral sin tener los datos necesarios para ello y las dos veces la has pifiado.
Si conocieras mejor la realidad de la política española, sabrías que la principal amenaza a la independencia judicial no viene de la extrema derecha sino de Pedro Sánchez, que nombró a una ministra Fiscal General del Estado y quiso someter el Poder Judicial a su mayoría parlamentaria. Sabrías también que la extrema derecha española respeta la ley e incluso ha conseguido que el Tribunal Constitucional le haya dado la razón en sus denuncias contra abusos de este gobierno.
No te quiero aburrir con las mil y una pequeñas o grandes agresiones del gobierno de Sánchez y sus socios a los valores que definen una democracia liberal. Pero sí es importante que entiendas que en España se rompieron los códigos éticos de la política cuando el Partido Socialista decidió sustentar la gobernabilidad del país en el golpismo independentista y en los herederos políticos del terrorismo. Entiéndelo, Donald: el PSOE dinamitó los consensos morales de la política en mi país y el aislamiento de Vox que propones supone condenar a los españoles a dejarles sin alternativa frente a un gobierno cuyos socios son mucho peores que Vox.
Estimado Donald, no me interpretes mal. A mí me gusta tan poco como a ti la deriva radical que ha emprendido un sector de la derecha en toda Europa. Rechazo la demagogia ramplona, la retórica incendiaria o el descrédito de las instituciones, vengan de donde vengan. Pero no creo que despreciar a sus votantes o condenarlos al aislamiento sea la mejor manera de recuperarlos para la causa de la moderación; ni en Castilla y León ni en el resto de Europa. Acaso con algo más de humildad resultaría más fácil entender por qué tanta gente se ha hartado de la política tradicional. Y no es posible entender a quien no quieres escuchar.
Esa superioridad moral, tan desagradable cuando la practica la izquierda, te ha llevado a calificar el acuerdo de Castilla y León como una capitulación, pero convendrás conmigo que todos los acuerdos políticos exigen renuncias y de eso está hecha la democracia. Probablemente tú hubieras preferido obligar a los ciudadanos a votar de nuevo, pero te aseguro que en España tenemos sobredosis de repeticiones electorales. Además, ya va siendo hora de que Vox enfrente su discurso radical con la dura realidad de la gestión y sus límites.
Créeme, Donald, de cara al futuro, lo mejor que podemos hacer es evitar prejuicios por etiquetas ideológicas y hacer nuestras valoraciones sobre hechos y políticas reales. Sin ir mas lejos, a mí me está admirando la respuesta que el gobierno de extrema derecha de tu país está dando a la avalancha de refugiados ucranianos. ¡Quién lo hubiera imaginado! Créeme, no es cuestión de etiquetas, sino de políticas.
Atentamente.
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