Fundado en 1910

24 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Exitosa inmersión

Buena y provechosa inmersión –más bien naufragio–, lingüística impulsada por el PNV, ese partido-agencia de colocaciones, tan confuso y extravagante como su mentalmente deshabitado fundador

Actualizada 04:39

El PNV es un partido confuso desde su fundación. Una mayoría abrumadora de sus afiliados y votantes no ha leído las elementales barbaridades de su fundador, Sabino Arana. El Partido Nacionalista Vasco es un partido de derechas, confesional y étnico, de origen racista. Claro, que hay muchas versiones peneuvistas. Ardanza y Josu Jon Imaz nada tienen que ver con Ibarreche, y menos aún con Arzallus, que no sólo estimaba a los asesinos de la ETA, sino que fue parte aparte –juego de palabras–, de la banda terrorista, donde era conocido como el Jefe. Urkullu es pragmático y, en mi opinión, no cree en la mitad de las acciones que emprende y defiende, y en las que tira el dinero público.
El PNV es un partido muy poderoso, y formar parte de su militancia es una garantía de futuro. Los batzokis, además de centros de reunión y esparcimiento, son agencias de colocaciones. Estar dentro del PNV es mucho más placentero que estar fuera de su proyección, militancia e influencia. Resulta curioso que el PNV no haya reeditado la obra completa de su fundador ni sea partidario de darle expansión y publicidad entre los jóvenes vascos. Sabino Arana, además de un racista amargado por la marginación y decadencia de su familia, era tonto. Un tonto beatorro que eligió Lourdes para su viaje de novios. Lourdes es una población milagrosa en la que se apareció la Virgen María a Bernardette Soubirous en la gruta de Massabiélle, pero no es lugar para un viaje de novios si no se pide un milagro. Y si Sabino Arana pidió el milagro, éste no se produjo, porque su mujer, Nicolasa de Achica-Allende Iturri, retornó de tan extraño periplo post nupcial tan intacta como cuando partió con su singular esposo. En la actualidad a la pobre y sufrida Nicolasa le dicen por allí arriba Nikole Atxikallende, que queda más autóctono. Casarse con un soso con el pirulo pasmado –que no es lo mismo que un espasmo de píloro–, que ya había escrito su opinión acerca de las mujeres tiene mérito sobrado: «La mujer es inferior al hombre. Qué sería de la mujer si el hombre no la amara. Bestia de carga, nada más». Por eso su obra sufre la laxitud de su reedición.
El vasco culto sabe que jamás existió Euzkadi como nación. Que Vizcaya era parte de Castilla, y que el Señor de Vizcaya, no era otro que el Rey de España. Pero es cómodo creer lo contrario para no buscarse líos ni debates. Y el vasco culto que habla el nuevo vascuence, el batúa, conoce la limitación verbal y expresiva de su lenguaje, que ha sido posible unir gracias a los miles de conceptos y voces recogidos del español. Así se han destruido los viejos y tradicionales siete dialectos euskéricos, el vizcaíno, el guipuzcoano, el alavés, el roncalés, el benavarro, el suletino y el laburtano. El vascuence, hasta el primer compilador serio de su riqueza, el padre Hernando María de Larramendi en el siglo XVIII, fue un idioma ágrafo, y los accidentes naturales quebraban el común entendimiento de la lengua. Así, un pescador vizcaíno de Elanchove, se entendía a la perfección con uno guipuzcoano de Fuenterrabía y un vasco-francés de San Juan de Luz porque la mar era una vía abierta, en tanto que un casero de Igueldo no hablaba lo mismo que otro de Hernani, separados por cinco kilómetros pero con una montaña en la mitad del camino que rompía la comprensión del lenguaje. De ahí los miles de millones de euros invertidos para eliminar el español en el País Vasco –como en Cataluña–, con resultados abrumadores en el fracaso. Sabino Arana escribió todas sus tonterías y mensajes racistas en español. No dominaba su dialecto.
Hay tres Carlos en el desorientado Partido Popular del País Vasco que merecen todo el respeto. Pusieron la nuca en los tiempos más duros del terrorismo etarra con singular coraje y valentía. Carlos Iturgaiz –que ha pedido en varias ocasiones al PNV que se reedite la obra de Sabino Arana–, Carlos Urquijo y Carlos García. Este último comparte con miles de vascos el apellido más registrado en las tres provincias vascongadas y Navarra. García. Y Carlos García ha aportado un dato oficial que de no ser bochornoso podría considerarse hasta divertido. El baremo de puntuación en el expediente de los policías municipales de Bilbao para alcanzar el empleo de suboficiales.
Saber «euskera» –las comillas son mías–, 21 puntos.
Tener una carrera universitaria, 1 punto.
Hablar francés o inglés, 1 punto.
Y nos ofrece Carlos García las denuncias presentadas ante la Policía Municipal de Bilbao en el año 2021.
Denuncias en español - 8.085
En inglés - 6
En francés - 6
En alemán - 1
En «euskera» - 1
Buena y provechosa inmersión –más bien naufragio–, lingüística impulsada por el PNV, ese partido-agencia de colocaciones, tan confuso y extravagante como su mentalmente deshabitado fundador.
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