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20 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Contra lo políticamente correcto

En todos los actos y procesiones el Gobierno marchó por detrás del Rey, de la Familia Real, de la Iglesia y del Ejército. Imagínense en España

Actualizada 01:30

Humildad. Hace falta mucha humildad para juzgar lo que hemos visto en el Reino Unido desde la muerte de su Reina el pasado 8 de septiembre. A lo largo de los últimos años he manifestado reiteradamente mi desencanto como anglófilo declarado, lo que soy desde que empecé a leer con los maravillosos libros de la editorial Ladybird. La forma en que han abandonado la Unión Europea con campañas llenas de falsedades, un primer ministro que mentía casi tanto como Pedro Sánchez –o dejémoslo en la mitad, que sigue siendo una cifra fáustica– el nuevo afán multiculturalista… Todo eso ha quedado borrado por diez días espectaculares que para nuestra progresía han sido lo más políticamente incorrectos que cupiera imaginar. La antítesis de la histeria popular por la muerte de Diana, Princesa de Gales, una mujer que intentó acabar con la Monarquía como venganza personal y a la que hoy no conmemoran en el 25 aniversario de su muerte ni sus dos hijos. Y todo eso se intenta borrar dando la matraca con las plumas que mancharon de tinta las manos del Rey. Después de tantos años criticándolo despiadadamente, había que buscar alguna forma de encubrir su apostura, su dicción perfecta, su oficio. Y los de la Reina Camila también.
El hecho imprevisible –o no– de que la Reina muriese en Escocia permitió de entrada demostrar la devoción de los escoceses, neutralizando el independentismo y obligando a la ministro principal, Nicola Sturgeon, a rendir honores al féretro y a cantar el Dios salve al Rey.
Se ha dado un protagonismo absoluto al elemento sacro de la Institución y de la religión en todas las ceremonias sin excepción en un país en el que las iglesias anglicanas están desiertas domingo tras domingo. Como es lógico, la primacía ha sido la de la Iglesia de Inglaterra, pues el Reino Unido es un estado confesional y la Reina era cabeza de la Iglesia, pero en todas las ceremonias ha habido participación de otras iglesias cristianas, destacadamente la Católica en Belfast y la de Escocia, con la presencia testimonial en el atrio de la catedral de Belfast de judíos y musulmanes. Y a Belfast acudieron a dar el pésame al Rey Carlos III el presidente y el primer ministro de la República de Irlanda. El primer éxito político del nuevo Rey.
La magistral puesta en escena de la primera alocución televisada del Rey Carlos III se vio acompañada por un detalle revelador en la retransmisión televisiva de la BBC. Mientras el viernes 9 las salvas de artillería de duelo por la Reina fueron hechas y transmitidas por la cadena pública británica desde seis sitios diferentes (Hyde Park, la Torre de Londres, el Castillo de Edimburgo, Cardiff, Belfast y Gibraltar) en las de la proclamación del Rey Carlos el sábado 10 desaparecían Gibraltar y sus salvas. Desconozco si Napoleonchu tomó nota.
Britain's King Charles III meeting to express their condolences following the death of Queen Elizabeth II, at WestminsterHall, in London, Monday, Sept. 12, 2022.

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Admirable también la ceremonia de proclamación en el palacio de St. James donde el Earl Marshall fue, como desde hace siglos, el duque de Norfolk. Porque los británicos no tienen ningún desapego a su nobleza y al nuevo Rey tiene que proclamarlo ese duque en concreto. Que, por cierto, es católico. Y todo ello acompañado de un componente militar fuera de lo común: Trono, Altar y Ejército. Allí no hay complejos.
Un cambio notable entre Carlos III e Isabel II, y no es precisamente el de protestar por que le pringuen de tinta los dedos: desde el primer minuto de su reinado se ha acercado a dar la mano y hablar con sus compatriotas. Algo que su madre jamás hizo y que ningún otro Monarca realizó hasta que lo «inventó» el Rey Juan Carlos I. Y disculpen que mencione cosas tan políticamente incorrectas. Pero todo ha sido así estos días.
Deslumbrante también ha sido la actuación de la clase política de ese Reino. El Parlamento ha tenido un papel secundario limitado a una sesión necrológica y a la jura de fidelidad al Rey –con el Monarca ausente para no cohibir a los representantes del pueblo–. Los miembros de ambas Cámaras han hecho esa jura de palabra y por escrito con su firma.
Primer ministro y jefe de la oposición de la mano y siempre en segundo plano dejando todo el protagonismo a la Familia Real. Como si combatieran la corrección política, en todos los actos y procesiones el Gobierno marchó por detrás del Rey, de la Familia Real, de la Iglesia y del Ejército. Imagínense en España.
Mi anglofilia renace.
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