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02 de mayo de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

Todo era mentira

Aquello que se niega al resto de condenados por corrupción en España se pretende sectaria y arbitrariamente para una persona, para el socialista Griñán

Actualizada 01:30

A mí me gustaría creer que la incoherencia y la mentira se pagan duramente en política, como dicen algunos. Pero no tengo esa confianza, y menos ahora, tras ver con enorme asombro, la ingenuidad sí que la conservo, la manera en que tantos y tantos han traicionado todo lo que decían de la corrupción hasta 2018. Y pienso en políticos, intelectuales, periodistas que ahora piden el indulto para Griñán, «porque él no se llevó nada», «porque es mayor», «porque es buena persona», o «porque hay que tener piedad».
Todos estos que excusan a Griñán y piden trato de favor hacia él eran quienes acusaban con extremada dureza al PP por sus casos de corrupción, quienes decían que la corrupción estaba destruyendo nuestra democracia, quienes pedían que se fueran todos los líderes del PP a casa, quienes machacaban cada día en los medios a todos los acusados, aunque no hubiera siquiera juicio o condena, y tras una mera portada de periódico. Fueron igualmente quienes aplaudieron o callaron con la moción de censura montada sobre la frase política de un juez, y quienes jamás se preocuparon de todos aquellos que no se habían llevado nada a su bolsillo, pero acabaron en la cárcel por consentir, organizar o facilitar la corrupción y las ganancias para su partido y los suyos, como ha hecho Griñán.
En otras palabras, todo era mentira. Un mero show políticamente correcto sobre la supuesta preocupación por la regeneración democrática. Mentira de Pedro Sánchez y de los líderes que organizaron la moción de censura en nombre de la lucha contra la corrupción, y mentira de tantos y tantos que pregonaron su compromiso con la honradez, la limpieza y los controles democráticos. Porque todo eso es incompatible con pedir el indulto ahora para uno de los responsables del mayor caso de corrupción de la democracia española. Y hacerlo por la sencilla razón de que es amigo y de izquierdas.
Amiguismo y sectarismo y, además, arbitrariedad, algo que es incompatible con el Estado de derecho. O la ley es igual para todos o hay un grave problema en ese Estado de derecho. Y si ya se resquebrajó con el indulto político a los golpistas, todo parece indicar que el Gobierno se dispone a seguir minando el Estado de derecho con el indulto a uno de los suyos, que es también un indulto a su corrupción, a la corrupción socialista.
En su incoherencia, dicen los amigos de Griñán que este indulto no se puede comparar con el concedido a los golpistas. Asombrosa pretensión, cuando ambos se basan en dos elementos de enorme gravedad e inadmisibles en un indulto. El primero, la negación del delito; no es que falte el arrepentimiento, es que se niega que haya habido delito, que es lo que dicen los socialistas, «que Griñán no hizo nada», como los golpistas decían que se habían limitado a ejercer un derecho democrático. Y el segundo, el carácter político del indulto: de la misma forma que el Gobierno lo concedió a los independentistas a cambio de su apoyo, el apoyo con el que se mantienen en el poder, la petición de indulto a Griñán se basa en su afiliación socialista. Aquello que se niega al resto de condenados por corrupción en España se pretende sectaria y arbitrariamente para una persona, para el socialista Griñán.
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