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26 de abril de 2024

La educación en la encrucijadafrancisco lópez rupérez

Los conocimientos y la pedagogía

Resulta importante otorgar un valor esencial al conocimiento, dado que, con las debidas adaptaciones, está en la base misma de la enseñanza y del aprendizaje escolares

Actualizada 04:30

El desarrollo normativo de la LOMLOE en materia curricular ha generado una destacada contestación social. Una parte relevante de la opinión pública, de sindicatos profesionales de profesores y de intelectuales de envergadura, de diferente signo político, han defendido todos ellos el papel decisivo del conocimiento en el ámbito escolar. Esta reacción y sus bases racionales comprometen seriamente la estabilidad futura de la más reciente reforma educativa.
Pero se trata ahora de centrarse no ya en los conocimientos que se enseñan, sino en la importancia de los conocimientos del enseñante, así como en el deterioro que se ha ido produciendo al respecto en el sistema educativo español. Y es que desde hace algún tiempo se ha venido infravalorando en España, de un modo progresivo, la trascendencia de la base de conocimiento del profesor en la materia que enseña, en beneficio de la pedagogía.
Es indudable que las didácticas específicas de cada materia, al centrarse en los correspondientes métodos y técnicas de enseñanza, ayudan al docente a gestionar los conocimientos que posee sobre su disciplina para el logro en los alumnos de los mejores resultados posibles; como lo hace también –y de qué modo– la experiencia «clínica» de los profesores, es decir, lo que son capaces de aprender en la interacción inteligente con sus estudiantes. Pero resulta importante otorgar un valor esencial al conocimiento, dado que, con las debidas adaptaciones, está en la base misma de la enseñanza y del aprendizaje escolares.
Esta posición de sentido común ha sido validada por la evidencia empírica, refutando así esa otra alternativa que privilegia la pedagogía, en detrimento del conocimiento, y cuyos efectos reducen el rendimiento escolar. Así, por ejemplo, Robert Coe et al. (2014), a partir de una amplia revisión de investigaciones empíricas, concluyeron que hay dos factores respecto de cuyo impacto sobre los resultados de los alumnos existe una robusta evidencia. El primero es el conocimiento: los profesores más eficaces tienen un conocimiento profundo de las materias que imparten, y cuando éste cae por debajo de cierto nivel se convierte en un obstáculo significativo para el aprendizaje de los estudiantes. El segundo es la calidad de la instrucción: los profesores deben también comprender la forma en que los alumnos asimilan los contenidos, ser capaces de evaluar su pensamiento sobre los métodos e identificar conceptos erróneos o espontáneos que les son comunes. Y, para ello, resulta imprescindible –particularmente en la educación secundaria– disponer de un amplio repertorio de recursos conceptuales que solo lo proporciona un buen conocimiento de la materia que se enseña.
Como una muestra más de esa infravaloración del conocimiento, la Comunidad Valenciana ha dado un paso hacia adelante haciendo obligatoria la posibilidad, recogida en la LOMLOE, de organizar el currículo en la ESO por ámbitos, es decir, agrupando varias materias diferentes que serían impartidas por un mismo profesor especialista en una de ellas. Y ha tenido que ser el Tribunal Superior de Justicia de dicha comunidad autónoma quien lo haya dejado sin efecto.
No obstante, el deterioro de la especialización en la Educación Secundaria es, en nuestro país, un fenómeno con pasado. La ampliación franca del repertorio de títulos que habilitan para la enseñanza; la búsqueda de una mayor polivalencia del profesorado en ejercicio con el fin de aumentar la eficiencia del gasto; y la escasez de algunas especialidades, debido a la competencia creciente de la industria y los servicios de alto valor añadido, están haciendo evolucionar el sistema educativo español hacia un inferior dominio, por parte del profesorado, de los conocimientos que han de enseñar.
En el caso de la Educación Primaria, este hecho ha sido advertido para las matemáticas por evaluaciones internacionales como TEDS-M, identificando gruesas deficiencias en la formación inicial de los maestros. En la Educación Secundaria Obligatoria, un amplio estudio propio –efectuado, junto con la profesora Isabel García García, sobre la base de las respuestas de los profesores a diferentes cuestionarios de PISA 2018– ha puesto de manifiesto, entre otras cosas, que la quinta parte de los profesores de ESO declaran estar enseñando materias que no estaban incluidas en su formación inicial. Estas cifras, que aluden a otra de las formas de desespecialización, son particularmente preocupantes para la Tecnología (30 %) o para las Matemáticas (17 %).
Con el inicio de curso, algunas comunidades autónomas, como la de Madrid, han anunciado un incremento de gasto en profesores al objeto de rebajar la ratio alumnos/aula. Aunque se trata de una medida que, por lo que sabemos, habría de ser modulada en función del nivel socioeconómico y cultural de los centros, las administraciones educativas, empezando por el Ministerio de Educación, deberían además diseñar e implementar políticas que aseguren los conocimientos específicos en los profesores y garanticen una adecuada especialización, justamente en aras de una eficiencia real del gasto educativo que tome en consideración el nivel formativo adquirido por los alumnos y no solo su mera escolarización.
  • Francisco López Rupérez es director de la Cátedra de Políticas Educativas de la UCJC y expresidente del Consejo Escolar del Estado
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