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08 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

¿Pero qué festeja el PSOE?

Quede dicho que la democracia llegó a España con la aprobación de la Constitución y no con las elecciones de hace cuarenta años

Actualizada 12:52

La propaganda sanchista lo justifica todo, pero no sé qué celebra el PSOE esta semana ni a qué viene el autobombo. Recordemos cómo la añorada Adriana Lastra despreciaba las opiniones de Alfonso Guerra, Joaquín Leguina o Rodríguez Ibarra sobre las tropelías de Pedro Sánchez, tildándolas de críticas de «mayores», esos viejunos a los que no había que echar cuentas porque estaban desfasados y no conectaban con las nuevas generaciones, de las que la propia Lastra era un exponente «ilustrado». Así que, siguiendo ese marco mental, los socialistas que ganaron hace hoy 40 años las elecciones con 202 diputados son unos puretas cuya trayectoria no debe ser reivindicada por quienes abominan de ellos y destruyen su legado histórico. Para Pedro Sánchez el felipismo es un paréntesis, una suerte de anomalía dentro del propio PSOE, así que hay que proteger a Alfonso Guerra para que no le piten los forofos del partido, porque los demás ciudadanos españoles ya tienen a quien abuchear cada vez que pueden: al Sumo Líder Sánchez.
Pero peor es lo del exjefe de Guerra, Felipe González, que traga ruedas de molino tan grandes como la desvergüenza de Pedro Sánchez, y se deja querer por su peor enemigo sin impugnar, por ejemplo, la manipulación sanchista (otra más) que, con motivo de la exposición 40 años de democracia, 40 años de progreso, que conmemora las cuatro décadas de la llegada del PSOE al poder, asocia el advenimiento de la democracia a España con esa primera victoria. La primera en la frente: si las libertades llegaron en octubre de 1982, ¿por qué hay que investigar como reminiscencia del franquismo, según la Ley de Memoria Democrática, el año 1983, cuando, según Ferraz, la democracia era plena en nuestro país? Y otrosí: si con la aprobación de la Constitución España no accedió a la categoría de país libre, ¿cómo es posible que se celebraran las elecciones de junio de 1977, que dieron el triunfo a UCD, y sobre todo las del 28 de octubre de 1982 que dio paso nada menos que a un Gobierno de izquierdas con un 48,11 por ciento de los votos? O éramos una democracia o no lo éramos.
González calla porque sabiéndose jarrón chino de bazar de todo a cien le encanta que sus camaradas compañeros saquen lustre a su desportillada porcelana. Reverdecer esos laureles cuando le sacan en el telediario le compensa porque le quitan las telarañas, pese a que tenga que compartir foto con dos felones a sus siglas y autores de las trincheras políticas y sociales más nefastas de toda nuestra historia: Sánchez y Zapatero. El segundo, además, es el muñidor de muchas de las indecencias actuales, sobre todo las que tienen que ver con Venezuela, ETA y el separatismo, tres caballos del Apocalipsis que Zapatero y Sánchez montan hoy como a yeguas jerezanas, pisoteando España.
Pero quede dicho que la democracia llegó a España con la aprobación de la Constitución y no con las elecciones de hace cuarenta años; que Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo fueron presidentes del Gobierno de un país perfectamente homologable a otros europeos; que la historia de las naciones respetables no empieza de cero, ni hay que soltar mochila alguna heredada de la Transición; que todos los españoles de entonces tienen sus heridas, su memoria, sus muertos; que dejen las tretas para justificar la venganza, el caldo de cultivo en el que se cuece el agonizante Pedro Sánchez. Ah, y más memoria para Felipe. Pero no la del GAL, que es la que quiere aplicarle Sánchez, teledirigido por Otegi. Memoria justa y digna.
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