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19 de abril de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

Selección vasca de surf

Patxi López legitima la nueva bajada de pantalones de Sánchez con el argumento más deplorable que se recuerda en lustros

Actualizada 01:30

El País Vasco tiene una Selección de Surf bastante mejor que la de Aragón o la de Extremadura, donde no han logrado que el escudo social sanchista les lleve las olas que merecen: podría parecer una gansada pedir el mar donde solo hay meseta, pero en la España donde nacer hombre, convertirte en mujer y seguir llamándote Paco es factible, todo debería ser posible.
La mejor explicación de por qué el Gobierno le concede al PNV la posibilidad de que ese legendario combinado de surfistas vascos pueda competir internacionalmente, incluso contra España, la ha dado Patxi López, de quien siempre cabe esperar una reflexión vanguardista:
«Ahora saldrá la derecha diciendo que se rompe España cada cinco minutos».
No parece probable que eso ocurra mañana al mediodía, como tampoco es previsible que la selección en cuestión compita en unos Juegos Olímpicos: a la enésima bajada de pantalones de Sánchez le haría falta una similar de las federaciones internacionales, que parece tan inviable como que el mar llegue a los Monegros o a las Hurdes, salvo que Greta Thunberg diga lo contrario.
Pero el relativismo surfista de Patxi, que es el mismo que el de Sánchez con España o el de Montero con el sexo, sí tiene consecuencias visibles desde el primer momento: la legitimación del País Vasco como nación, aunque sea para montarse en una tabla y mojarse el trasero con mucha espuma salada, necesita de primeros pasos folclóricos como éste para irse asentando.
El quid del asunto no es que podamos ver a una Nekane y a un Joseba surcando las aguas en París 2024 con una ikurriña en el lomo, que no va a ocurrir, sino que el Gobierno sienta un precedente simbólico que el nacionalismo vasco esgrimirá ya siempre para justificar sus delirantes aspiraciones: si la sedición ya no existe y la bandera española es negociable, ¿alguien con más dedos que Patxi y menos frente que él puede asegurar, sin sentir alipori, que el objetivo separatista no está un poco más cerca?
El triunfo de cualquier idea, por nefasta que sea, comienza por su aceptación teórica, prosigue con su tímida aplicación y culmina con su expansión total: renunciar a poner pie en pared en la primera fase equivale a alimentar todas las demás.
Al independentismo no se le mata a besos, como hace Sánchez para ganarse una prórroga en el poder, sino desmontando uno a uno todos sus mitos y rechazando, una a una, todas las exigencias que se salgan del marco constitucional, rompan la unidad de derechos y obligaciones y reivindiquen un privilegio histórico, jurídico y económico.
El Gobierno ha apaciguado algo la situación en Cataluña o el País Vasco, o eso cree, por el método suicida de enseñarles otro camino para llegar a sus metas, menos brusco al corto plazo pero más eficaz al medio y al largo.
Basta con pensar en qué ocurrirá cuando Sánchez deje la Presidencia y el Feijóo de turno se encuentre la fosa séptica rebosante: si prolonga las concesiones, provocará la ruptura de España; y si no lo hace, se encontrará a un nacionalismo más convencido de su razón por la inmensa lista de concesiones regaladas por el Gobierno, entre las cuales el blanqueamiento de una ideología nefanda es la peor de todas ellas.
No es el surf, pues, ni tampoco la sedición: lo sustantivo es que Sánchez le ha dicho al segregacionismo vasco y catalán que, cuando lo vuelvan a intentar, España tendrá más difícil pararles. Se viene un tsunami, y Otegi y Junqueras tienen las mejores tablas de surf.
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