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07 de mayo de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Surf vasco

El surf es ya deporte olímpico, y como tal, se somete a la Carta olímpica, que es mucho más nítida y clara que una intervención económica de la Montero despeinada

Actualizada 01:30

Intuyo que el maqueto Aitor Esteban Bravo no camina por la senda del optimismo. A cambio de los votos del PNV, Sánchez les ha concedido el privilegio a los surfistas y pelotaris vascos de competir como selección nacional de «Euskadi», de joven «Euzkadi» y de niña «Euskalerría». Sucede que la ISA (Asociación Internacional de Surf) y la ESA (Asociación Europea de Surf) no admiten ni reconocen a la selección vasca. En la Federación Internacional de Pelota Vasca, que aspira a que las diferentes modalidades de su deporte alcancen la categoría olímpica, tampoco están por la labor. El surf es ya deporte olímpico, y como tal, se somete a la Carta olímpica, que es mucho más nítida y clara que una intervención económica de la Montero despeinada, que una ley impulsada por la Montero de las obsesiones transexuales, o que una rueda de prensa de la llorona Díaz. «Para ser considerado país olímpico, su nación debe ser un Estado independiente reconocido por la comunidad internacional». Los nacionalistas vascos se escudan siempre en las selecciones de fútbol británicas, Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y País de Gales. No obstante, cuando los británicos acuden a unos Juegos Olímpicos lo hacen como Gran Bretaña o Reino Unido, y al amparo de la Bandera de la Unión.
En el fútbol y rugby es diferente. Los británicos fueron los inventores, y al principio competían entre ellos, no por desprecio a las demás naciones, sino por cumplir con la competición, que era imposible más allá o más acá de las islas. La UEFA y la FIFA respetan esa singularidad pero no el Comité Olímpico Internacional, que sólo reconoce al Estado de la Unión, al Reino Unido, y a la «Union Jack» como bandera. La misma bandera que inspiró a Luis Arana Goiri, hermano menor del tonto y pichafloja de Sabino, para crear la «ikurriña» – la banderita o banderola–, como símbolo de un partido político.
A «Euskadi», «Euzkadi» o «Euskalerría» –ahora le han intercalado una «h» para vestir mejor a la mona, «Euskalherría»– la reconocen como Estado independiente en la comunidad internacional muy pocas naciones. A saber, Trupinia, actual campeona del mundo de Canicas sobre Grava, –venció en la final del mundial celebrada en su capital, Karabaduj, por 459 toques a 375 a Limpopia del Sur–, y otras naciones de menor importancia que Trupinia como Musota, la isla griega nacionalista de Stafilakis, y la provincia sudoeste chechena de Abduljhalá, así como la región de Akimbabakwa de Ghana, que al contrario que en España, desea emanciparse como Monarquía de la República ganesa, con su Rey, Su Majestad Kuntinaku V. En Akimbabakwa hay una gran afición al deporte nacional, el Cocodrilo Ball, consistente en lanzar bolas a un cocodrilo vivo con la boca abierta sujetada por una vara de baobab, y posteriormente, retirarle las bolas de la boca sin la vara sujetadora, lo cual resulta singularmente emocionante. Pero el COI no reconoce a ninguna de estas regiones separatistas como Estados independientes, y no hay tu tía.
Porque después de la pelota vasca, «Euskalpilota» –a mano, cesta punta y remonte–, Aitor Esteban Bravo sueña con las selecciones nacionales de «Sogatira» y de cortadores de troncos –los «aizkolaris»–, pero mucho me temo que el fracaso del Surf y la «Euskalpilota» van a detenerle los ánimos y la venta de sus votos, si bien, nadie puede negarle la diversión de su proyecto. Votos a favor de Sánchez a cambio de nada.
Y detengo mi redacción porque en treinta minutos tengo campeonato de clavo en la playa.
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