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28 de marzo de 2024

El puntalAntonio Jiménez

El culpable es Sánchez y su mal Gobierno

No hay líneas rojas que Sanchez no cruce con tal de permanecer en el poder

Actualizada 01:30

Nunca antes, ningún otro Gobierno democrático de España había atacado al tercer poder del Estado, y por tanto a la independencia de los jueces, como hace el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Arremeter contra los jueces, tildarlos de «fachas» con togas por dictar sentencias contrarias a sus intereses políticos y acusarlos de machistas por no interpretar el bodrio jurídico del «solo sí es sí» en línea con el espíritu y la letra despachada por el Gobierno y refrendada por todo el Congreso, menos PP y Vox que votaron en contra, forma parte del rosario de calumnias que las ministras moradas y sus conmilitones de Podemos dirigen habitualmente a los togados.
Todo con la connivencia de Pedro Sánchez, primer y principal responsable de perpetrar el birria jurídica que ha conseguido desproteger a niñas y adultas y favorecer a sus agresores por su incompetencia legislativa y por su sectarismo despótico, un «despotismo blando» que diría Tockeville, que degrada cada día más nuestra democracia.
Cuando se desprecia, tergiversa o se retuerce la ley, advirtió Aristóteles, cosa que está haciendo Sánchez mediante una legislación ad hoc que reforma el Código Penal para favorecer a los delincuentes que lo incumplieron o con leyes jurídicamente infumables como la del «solo sí es sí», la democracia degenera y nuestra democracia hace tiempo que sufre un proceso de degeneración constante con este Gobierno. Sánchez no sólo no ha regenerado y oxigenado el sistema, como prometió tras llegar a la Moncloa, sino que lo ha oxidado y viciado hasta límites insoportables e intolerables.
No hay líneas rojas que Sanchez no cruce con tal de permanecer en el poder.
El proceso de degeneración política que sufre la democracia española se ha constatado con las reacciones de histéricas desvergonzadas, gentuza sin pudor, de la llamada «banda de la tarta» acusando a los jueces de incumplir la ley y sugiriéndoles que prevariquen con tal de atender a su feminismo radical y excluyente.
La soberbia nada intelectual de Irene Montero, porque intelectualidad y Montero son una pura contradicción, le impide asumir el error y admitir que el Gobierno consumó una chapuza jurídica con su proyecto estrella. Suele ocurrir, además, que cuando se pasa de la pancarta y del puesto de cajera de un súper a un despacho ministerial, sin solución de continuidad, se terminan cometiendo aberraciones legislativas. Nada extraño en quienes como ella y otros indocumentados que se sientan en el Consejo de Ministros tienen una laguna que abarca todo el ordenamiento jurídico positivo.
La democracia española se degrada por culpa de un Gobierno sectario que cuestiona la división de poderes, no soporta la independencia de los jueces, ignora los órganos consultivos, instrumentaliza y manipula organismos e instituciones públicas en su beneficio, está regañado con la libertad de información y obsesionado con iniciativas políticas sustentadas en una melopea ideológica y diarreica incompatible con el sentido común.
Si al «Pasmo de Triana», el maestro Juan Belmonte, le hubieran preguntado cómo hemos llegado a esto no habría dudado en responder : «Dengenerando» (degenerando), tal y como llegó a gobernador civil de Huelva uno de sus banderilleros. Así respondió Belmonte cuando le interpelaron sobre la meteórica carrera política de quien fue su rehiletero.
Con Sánchez nuestra democracia degenera y se degrada con iniciativas legislativas ad hominen que debilitan al Estado frente a los golpistas separatistas y con leyes jurídicamente chapuceras como la del «solo sí es sí» que benefician a los violadores y dejan indefensas a las mujeres.
Todo el Gobierno es responsable del desastre y Sánchez el primero por permitir que se censuraran y ocultaran al Congreso informes de órganos consultivos y asociaciones que advertían sobre las consecuencias letales del proyecto si no se rectificaba .
Y no eran ni bulos ni propaganda machista como sostenía la ensoberbecida e histérica ministra de Igualdad a la que Sánchez avala y protege a pesar del irreparable mal causado, consciente de que si la cesa tiene los días contados en la Moncloa.
Concluyo con las palabras del padre de una joven agredida y con la esperanza de que no se olvide nada de todo esto en el momento de votar, dado que la memoria suele ser frágil y quebradiza: «Cuando como ciudadanos no podemos proteger a nuestras familias porque la ley no nos lo permite tenemos a derecho a iniciar una revuelta contra el mal Gobierno. Este es nuestro sentimiento actual como padres de una hija agredida». Sánchez ha conseguido revictimizar a las víctimas.
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