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27 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Pedro I, El Débil

El corolario lógico de que Sánchez se vea forzado a corregir la calamitosa ley del 'solo sí es sí' sería echar a su promotora, pero no puede

Actualizada 14:02

El PSOE se envuelve en la bandera «feminista» hasta el empalago. Pero su historial respecto a las mujeres está emborronado por dos gruesos baldones.
El primero fue su lamentable oposición al sufragio femenino en la II República, que salió adelante gracias a la batalla de la liberal de izquierdas Clara Campoamor. La única mujer socialista en el Parlamento, Victoria Kent, se opuso, como su partido. Cuando se aprobó el voto de las mujeres, por 161 contra 131, el pope socialista Indalecio Prieto abandonó la Cámara bramando que suponía «una puñalada a la República» (por su parte, el hoy sobrevaloradísimo Azaña calificaba el sufragio femenino de «tontería»). El mezquino argumento de la izquierda era que ellas no debían votar «porque están entregadas al confesionario».
El segundo ataque del PSOE a las mujeres lo ha perpetrado Sánchez, obsequiando rebajas penales a más de 300 delincuentes sexuales y negando el hecho biológico femenino con una lisérgica «ley trans». Todo perpetrado por una ministra sin bagaje técnico ni currículo. Una señora obsesionada con lo que llaman el «feminismo queer», que ha convertido su Ministerio en una plataforma friki de promoción de la homosexualidad. Una radical de teorías flipadas, que llega al extremo de defender las relaciones sexuales de menores con adultos si son consentidas. Una persona de doble faz, pues su trayectoria supone el perfecto ejemplo de antifeminismo, toda vez que debe su carrera política a la sublimación digital de su pareja masculina.
Sánchez estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de pernoctar en la Moncloa (incluso sin haber ganado las elecciones). Así que tragó con convertirse en rehén de Podemos y de los nacionalistas antiespañoles. Tras una fachada altiva y un narcisismo cargante se oculta el presidente más débil de nuestra democracia, pues ni siquiera tiene potestad para nombrar o relevar a cinco de sus «ministros y ministras», los que le impone Podemos. Esa anomalía explica que Montero continúe en su cargo a pesar de que el Gobierno se ha visto forzado a remozar su ley del 'solo sí es sí' por sus escandalosas consecuencias. En cualquier democracia normal, una desautorización de tal calibre se zanja con el relevo instantáneo del ministro manazas. Pero el sanchismo nunca ha encajado en los parámetros de una democracia normal.
Los juristas se aburrieron de alertar sobre que la ley del 'solo sí es sí' era una chapuza que iba a provocar efectos muy indeseables. Pero Sánchez tragó una vez más con las paridas de Podemos, pues sin ellos no hay Moncloa. El pasado 16 de noviembre, cuando la aberración jurídica de Montero ya había beneficiado a varios violadores y abusadores, Sánchez, de gira en Bali, defendía el engendro como «una gran conquista del movimiento feminista, una ley de vanguardia que va a inspirar otras muchas leyes en el mundo». Y fio la solución del desaguisado a la jurisprudencia que iban a sentar los tribunales.
El «presidente feminista» ha tardado ¡tres meses! en reaccionar frente a la fiesta de los violadores y abusadores provocada por su ministra, una ley que él mismo celebraba como «una gran conquista». Pero no lo hace por proteger a las mujeres. Lo hace porque las encuestas están haciendo puré al PSOE, pues el rosario de excarcelaciones ha molestado profundamente a los españoles.
Desde su burbuja de sectarismo histérico, Irene Montero continúa pretextando que toda la crisis atiende a «una ofensiva indecente de las derechas política, mediática y judicial». Pero no será destituida por su alteza Pedro El Débil. Primero, porque no puede. Segundo, porque al fin y al cabo él es el auténtico culpable del destrozo. Él es el presidente que dejó hacer a una indocumentada de dudoso equilibrio político y moral. Etarras a la calle, golpistas indultados y gracias a los violadores. ¡Vaya hoja de servicios, Perico!
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