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25 de abril de 2024

Unas líneasEduardo de Rivas

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Tan interiorizado tienen en el PP que van a llegar al poder que lo último que quieren es meter la pata, no vaya a ser que hablar de más les cueste votos

Actualizada 11:33

Conforme pasan los meses es cada vez más evidente que habrá un cambio en Moncloa a final de año, cuando Sánchez convoque las elecciones. Sin haber atravesado todavía esa primera meta volante que van a ser los comicios municipales y autonómicos del 28-M, cada semana Feijóo tiene más cara de presidente. Los saben en el Gobierno, lo saben en Génova y, por saberlo, lo sabe hasta Tezanos, por mucho que se empeñe en negarlo.
Tan interiorizado tienen en el PP que van a llegar al poder que lo último que quieren es meter la pata, no vaya a ser que hablar de más en alguna ocasión les reste votos y les cueste la presidencia. Y tanto se ha creído alguno el personaje que hay que representar que han convertido el partido en un lugar donde parece que no hay criterio. Siempre de perfil. Pero de perfil, a veces, se te ve gordo.
El PP no estaba a favor de la moción de censura de Tamames para echar a Sánchez. Pero tampoco en contra. El PP no mostró su desacuerdo con la Justicia por rechazar su recurso de la ley del aborto. Pero tampoco estaba de acuerdo. Y estos días, en la polémica etérea en la que se centraba el Gobierno para que no se hable de sus problemas, tampoco tiene opinión formada sobre los vientres de alquiler.
Aunque la estrategia de Génova de dejar que sean otros los que se equivoquen sea acertada, sobre todo viendo cómo gestiona el Gobierno las polémicas, el electorado debe saber qué opina el partido que aspira a dirigir el país los próximos cuatro años. Porque una cosa es querer que Sánchez no continúe en Moncloa y otra muy diferente es votar a ciegas sin saber qué hará el PP con la ley del aborto, con la ley de memoria histórica o con la ley Celaá cuando llegue al poder.
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