Familia Ayuso, denuncien a esa ministra
¿En qué otro país occidental se permite que una ministra señale en sede parlamentaria a un particular que no ha cometido delito alguno?
Durante la legislatura que ahora expira este Gobierno ha roto tantos principios que teníamos por intocables que a veces cunde la sensación de que ya da todo igual. La sociedad española, bien anestesiada por las televisiones del cuasi monopolio zurdo, ha desarrollado piel de rinoceronte, unas tragaderas pantagruélicas. Pero aún así, algunas veces…
¿En qué país occidental de todo el planeta se permite que un ministro señale desde el Parlamento a un ciudadano particular, mostrando su foto y acusándolo de cometer un delito que según la justicia no ha existido?
¿En qué democracia parlamentaria de todo el mundo un ministro se permite injuriar a alguien desde la sede de la soberanía nacional sin que ocurra absolutamente nada?
¿En qué régimen de derechos y libertades se tolera que el Poder Ejecutivo persiga a los particulares con saña solo por motivos sectarios? La respuesta es conocida. Eso solo sucede en un país que hoy es víctima de una extravagante epidemia de populismo de ultraizquierda: España.
No es normal que Ione Belarra, que a sus 35 años no ha trabajado jamás fuera de la política, que okupa un ministerio solo por la extrema debilidad de Sánchez, se dedique a señalar desde el Congreso a un profesional, Tomás Díaz Ayuso, portando una camiseta acusatoria con su fotografía. No es normal, ni admisible, que en sede parlamentaria sostenga que su hermana Isabel Díaz Ayuso «le regaló una mordida de 286.00 euros», pues ese caso fue archivado en junio de 2022 por la Fiscalía, que concluyó que no había indicio de delito alguno.
No es normal que una ministra machaque en el Parlamento la presunción de inocencia de sus compatriotas. No es normal que una señora que no ha tenido una nómina en una empresa difame a un profesional con más de veinte años de experiencia en la venta de material sanitario, que se dedicaba ya a eso cuando su hermana no sabía ni que se iba a meter política. No es normal que se utilicen los puestos en el Ejecutivo para jugar con ventajismo y matonismo en las campañas electoralistas. No es normal contar con ministros sin preparación ni currículo, añorantes además de una ideología multifracasada en todas partes.
Tomás e Isabel Díaz Ayuso deberían denunciar en los tribunales a una ministra que se ha permitido injuriarlos desde sede Parlamentaria. Belarra lo hace porque cree que está por encima del bien y el mal, porque se siente impune por formar parte del Gobierno, porque piensa que solo hay una ideología posible, la suya, y que los que no piensan como ella solo merecen pedradas dialécticas y desprecio. Hay que defenderse de estas arbitrariedades del poder, porque no son anécdotas, son la cocina de las autocracias, incluso en boca de un personaje tan menor como esta ministra de chiripa siempre soliviantada.