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19 de abril de 2024

Post-itJorge Sanz Casillas

Por qué gritan a Irene Montero

No le gritan por tener un chalé o por envidia de clase. A Irene Montero le gritan porque mientras condena la riqueza ajena, ella va aumentando la suya

Actualizada 01:30

Hay un vídeo de esta semana en el que se ve a una mujer haciendo a Irene Montero la siguiente pregunta: «Mi marido, desde los 14 años trabajando, ¿usted cómo ha podido tener un chalé?». La ministra, que de primeras sonreía pensando que le iban a felicitar por lo bien que lo hace, terminó torciendo el gesto e intercambiando alaridos con su interlocutora: «¿Sabe por qué, señora? Porque mi padre falleció de cáncer con 60 años y me dejó una herencia porque soy hija única, por eso y porque tengo una pareja con la que me he podido comprar con mi dinero la casa que me ha dado la gana».
A Irene Montero no le regañan por envidia de clase (esa que Podemos ha capitalizado en las urnas), tampoco por tener un chalé que parece la cueva de Batman, sino por sus propias contradicciones. En apenas veinte segundos de conversación malencarada, Irene Montero tira por tierra casi todos los preceptos que ha defendido, e incluso aquellos sobre los que pretende legislar. A saber:
  • En primer lugar, hace una defensa profunda de la propiedad privada, lo cual es todo un avance si tenemos en cuenta que quieren cambiar el Código Penal para que la gente, cuando se les meta alguien en casa, no recurra a empresas como Desokupa.
  • Después alega que parte de su capacidad de compra (que eso habría que verlo) le viene por la herencia que le dejó su padre, esas mismas herencias que fiscalizan porque Podemos sostiene que la riqueza no puede ser hereditaria, como los ojos verdes o la diabetes.
  • Por último, argumenta que ha podido hacerse con ese casoplón (y que sometió a referéndum en Podemos del bochorno que les dio) porque tiene al lado una pareja con posibles, lo cual no es una muestra muy robusta de empoderamiento femenino.
En conclusión, a Irene Montero no le gritan por tener un chalé, pues en España hay mucha gente con uno y nadie les agarra del brazo cuando salen por la calle. A Irene Montero le gritan porque mientras condenan la riqueza ajena ellos aumentan la suya, y mientras hablan de Justicia social integran un Gobierno que no es capaz de mejorar la vida de la gente por otra vía que no sea la del subsidio. Hay dos datos reveladores que desmontan todo el triunfalismo económico del Ejecutivo. El primero es que, según Eurostat, los españoles son los europeos que más riqueza perdieron entre los años 2019 y 2021. El segundo es que, según el INE, los hogares españoles solo consiguen ahorrar el 7,2 % de su renta disponible. Es la tasa más baja desde 2018 y la evidencia de que la gente vive al milímetro.
Al final, Podemos menguará no por el empuje de Yolanda Díaz, pues es más de lo mismo pero con modales de institutriz. Podemos terminará en la irrelevancia porque ha sido una de las grandes estafas de nuestro tiempo –en dura pugna con el Negreirato y la Dieta Dukan–, una empresa familiar de la que con el tiempo recordaremos un chaletazo y una melena mal recogida.
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