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02 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

¿Está Sánchez acercándose a la victoria?

Me temo que a estas alturas el PSOE debía ir leyendo la inscripción que situó Dante en el dintel del infierno: «Perded toda esperanza»

Actualizada 13:35

El presidente Sánchez Pérez ha de ser un pensador de amplias y profundas lecturas, de lo contrario no podría haber aportado una tesis tan popular como la que lo convirtió en doctor cum laude. Nada de lo humano le es ajeno. Por tanto, damos por descontado que el autor de «Manual de Resistencia» –una «autobiografía» escrita por una negra a la que hizo secretaria de Estado– alguna vez habrá leído la «Divina Comedia» de Dante Alighieri. Sánchez habrá anotado en su memoria la inscripción que el poeta florentino situó en el dintel de la Puerta del Infierno: «Perded toda esperanza los que aquí entráis».
Por eso lo honesto sería que empezase a contarle la verdad a su tropa (el PSOE se la va a pegar el 23-J), en lugar de calentarles la cabeza con una Operación Remontada que en realidad va a acabar como la de Ancelotti en Mánchester el pasado mayo. Una interesante crónica de Ana Martín pulsaba este martes en El Debate el estado de ánimo del equipo de Sánchez de cara a las inminentes elecciones. Lo que le comentaban resultaba de un optimismo enternecedor: «Estamos en la buena dirección. Nos estamos acercando mucho y muy rápido [a Feijóo]». También señalaban que el Querido Líder «está totalmente convencido de que va a ganar», porque todavía «le quedan tres semanas».
Siento ejercer de aguafiestas en medio de las fantasías animadas de ayer y hoy del «progresismo», pero la realidad es que Sánchez ya no tiene nada que rascar. Por los siguientes motivos:
-El promedio de todas las encuestas que se publican en España, de medios de izquierdas y derechas, que elabora Electocracia y venimos publicando aquí, recoge en su entrega de este lunes que el PP ganaría con el 34,2 % de los votos. Y eso son cuatro puntos más de lo que obtuvo Sánchez en su victoria de las generales de 2019. El PP y Vox suman para acabar con el sanchismo, incluso en el rango más bajo de su horquilla. El PSOE está hoy a unos 40 escaños del PP. No cabe remontada.
-España no va como una moto. Todo lo contrario. El paro está maquillado con un truco semántico de nuestra entrañable Yoli y hay un millón más de desempleados de los que se contabilizan. El 57 % de los mayores de 45 años están sin trabajo (el peor dato histórico) y por abajo somos líderes europeos en paro juvenil. Los hogares sufren la crecida del coste de la vida (los precios no han bajado, solo suben un poco más despacio). El agujero de la deuda es ingobernable y obligará a duros recortes. El consumo está por los suelos (salvo los bares, tal vez para olvidar las penas). La moto de Sánchez y Calviño está gripada.
-Los electores no van a votar fijándose en esta o aquella promesa, sino haciéndose una composición general sobre quién les parece más adecuado para gobernar España. Solo hay dos personas que pueden convertirse en el próximo presidente: Sánchez (con Yoli, Oriol y Arnaldo) o Feijóo (solo o con Abascal). Esa es la disyuntiva que va a aparecer ante los españoles el 23-J, y Sánchez es hoy un candidato achicharrado por sus mentiras y por su talante arrogante. No puede pisar las calles y su personalidad desagrada hasta a los que lo votan.
-Feijóo es un competidor electoral difícil de batir. Aunque parece haberse olvidado, fue el único presidente autonómico que empalmó cuatro mayorías absolutas consecutivas (y en tiempo de crisis). El público no va a derretirse de emoción con él, pero les ofrece lo que los ingleses llaman «un par de manos seguras». Su discurso moderado le permitirá pescar entre votantes socialistas desencantados, que son clave para que le salgan los números. Pero no se puede decir que el programa que presentó ayer sea un espanta-derechas, más bien todo lo contrario. Ha prometido cepillarse las leyes sanchistas de Memoria, Educación, trans, 'solo sí es sí' y Vivienda; revisar las de eutanasia y aborto; recuperar el delito de sedición y reponer el de malversación; instaurar una selectividad única en todo el país; no pactar jamás con Bildu y endurecer las gracias penitenciarias a etarras; reformar la justicia para que lo jueces elijan a sus representantes; derogar el impuesto a las grandes fortunas y lanzar una fuerte batería legislativa contra la okupación. ¿Es mejorable? Pues sí, como todo (a mi me habrían gustado, por ejemplo, más rebajas fiscales y más explícitas y un mayor arsenal para fortalecer la idea de España allá donde está seriamente amenazada). Pero desde luego no parece exactamente el programa de Podemos.
-Por último, en toda Europa hay un claro giro político hacia los partidos conservadores No es para nada la hora de la izquierda. Los partidos equiparables al PSOE han desparecido en varios grandes países (véase el reciente resultado del Pasok en Grecia).
No existe gobernante que revalide el cargo con una situación económica desfavorable, resultando antipático a la mayoría de la población, mintiendo a destajo y aliándose con los peores enemigos de su propio país. Y Sánchez Pérez no va a ser la excepción, digan lo que digan los fogones amigos de Tezanos. Por muchos bolos televisivos que haga, por muy enérgico y/o faltón que se muestre, estamos viendo el deambular final de un altivo pato cojo. Salvo chanchullo épico en el voto por correo, claro. Pero –en principio– formamos parte del primer mundo.
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