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02 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Tezanos, cuando el Estado es un chiste

El hecho de que se haya pasado cinco años manipulando impunemente encuestas pagadas con el dinero de todos habla muy mal de nuestra higiene pública

Actualizada 09:19

Una larga línea invisible nos conduce desde Guzmán de Alfarache, el Buscón don Pablos y Lazarillo de Tormes hasta José Félix Tezanos Tortajada, cántabro de 76 años, catedrático emérito de Sociología. Pero este desenvuelto pícaro de hogaño presenta un agravante que lo diferencia de sus pares de antaño. Los del Siglo de Oro actuaban movidos por la necesidad, hacían trampas para escapar de los mordiscos de la pobreza. Tezanos Tortajada no sufre tales carencias materiales. Su móvil es una concepción fanática de la política, que le dicta que hacer trampas está bien si sirve para ayudar al PSOE.
Tezanos ha desarrollado dos carreras paralelas, una como docente y otra como militante del PSOE, con carné desde 1973. Cuando Sánchez asalta el poder sin haber ganado las elecciones, en junio de 2018, Tezanos forma parte de la Ejecutiva del PSOE y es el secretario de Estudios y Programas del partido. Enseñando ya la patita de lo que está por venir, Sánchez lo coloca sin transición alguna al frente del CIS, el instituto de encuestas del Estado. No se cortan un pelo: el objetivo es que pase a barrer para el PSOE de inmediato. Su primera medida consiste en que los sondeos electores sean mensuales y siempre a favor de obra. El CIS, que sostenemos todos con nuestros impuestos, se convierte así en un apéndice más del aparato de propaganda de Ferraz.
Las pruebas de la manipulación son irrefutables. En las elecciones a la Comunidad de Madrid de 2021, Tezanos otorgó diez escaños de menos al PP y diez de más al PSOE. Le dio a Ayuso ocho puntos menos de porcentaje de voto de lo que finalmente obtuvo.
La siguiente cagada llega en las andaluzas de 2022. Tezanos otorgó a Moreno Bonilla diez escaños menos de los que logró y lo dejó a seis diputados de la mayoría absoluta que finalmente rubricaría.
En las municipales del pasado 28-M, el olfato demoscópico de Tezanos Tortajada continuaba taponado por el tufo de los guisos de su cocina. Con su desacomplejada risita conejil le concede al PSOE la victoria, con el 30,2 por ciento de los votos, y al PP le da un 27,9 por ciento. Sucede justamente lo contrario: el PP gana las municipales con un 31,5 por ciento (3,6 puntos más de los que le daba Tezanos) y el PSOE se queda en 28,1 por ciento. Es decir, una vez más ha trucado el resultado para decir que ganan los suyos.
Su última manipulación, de ayer mismo, vaticina que PSOE y Sumar lograrán la mayoría absoluta el próximo 23-J, lo cual contradice todos los demás sondeos y suscita cachondeo irónico, porque la verdad es que Sánchez está más muerto que vivo, como denotan sus furores televisivos.
Toda esta situación se agrava por el talante del personaje, que perpetra sus fechorías con absoluto desahogo. Tezanos ni se inmuta cuando se le señala que su CIS, que tiene más medios que las firmas privadas, no da una jamás, mientras otros sí aciertan. Replica con excusas psicodélicas, como que los entrevistados mienten mucho, o que los votantes son caprichosos y cambian de opinión a última hora.
Tezanos se ha convertido en una especie de chiste político. Pero no lo es. El hecho de que haya logrado pasarse cinco años trucando encuestas desde un instituto que pagamos todos, seamos de derechas o de izquierdas, representa un gran fracaso de España. Si Tezanos ha logrado seguir ahí es porque hemos fallado todos. Los medios, que no hemos logrado que este escándalo cale como debería. Los sociólogos y firmas demoscópicas, que no lo han denunciado con suficiente contundencia. Los partidos, incapaces de poner fin a esta trampa zafia (y hay que reconocer que al menos Vox lo intentó, con una denuncia por prevaricación desdeñada en tiempo récord en la Audiencia Provincial). Y por supuesto ha fallado, una vez más, la Justicia, que no ha tenido nada que decir ante este clamoroso abuso (pagar con dinero público encuestas a su favor le costó su carrera política en Austria al muy prometedor canciller Sebastian Kurz).
Sánchez ha convertido el Estado en un chiste. Ahora está en nuestra mano decidir si queremos que nos siga tomando el pelo.
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