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17 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

¿Habrá en España las revueltas de Francia?

El peligro de que ocurra en España lo que estamos viendo en Francia es bastante remoto salvo en una Cataluña donde los propios partidos independentistas volverán a tirarse a la calle en cuanto forme Gobierno el centro derecha español. Y ahí tendrán ocasión de hacerse ver los hijos de la multiculturalidad

Actualizada 01:30

Es muy fácil responder a esta pregunta diciendo que no. Que aquí no tenemos los problemas que hay en Francia con la inmigración. Pero eso sólo es parcialmente verdad. Esta semana ha corrido por las redes unos segundos de una grabación con el Rey Hassán II de Marruecos emitida el 16 de mayo de 1993 en el programa «7 sur 7», una especie de Informe Semanal de la TF1, la televisión pública francesa. En esa entrevista se pregunta al Monarca sobre la integración de la inmigración marroquí en la República Francesa y él dice con toda claridad que habrá un intento de integración, jamás una integración plena. La periodista pregunta al Rey si él cree que son los inmigrantes quienes no quieren hacerlo o son los franceses quienes se lo impiden, a lo que Hassán II responde con idéntica claridad que son ellos los que no quieren. Él dice que integrarse es posible entre europeos porque tenemos bases y valores comunes, pero que, viniendo de otro continente, esos inmigrantes serán «malos franceses» «Nunca serán cien por cien franceses. Se lo puedo asegurar».
Por si acaso a alguien se le ha olvidado, Hassán II era el mayor enemigo del integrismo islámico al que contuvo con mano de hierro. Y en buena medida es ese integrismo el que estaba denunciando en estas declaraciones.
He pasado los últimos cinco días en Varsovia reunido con un grupo de amigos de diferentes nacionalidades. He tenido ocasión de hablar con varios franceses, veteranos en la política y en los servicios. Casi todos admiten la gravedad de la situación en Francia y su preocupación por cómo pueda evolucionar. Hay un punto de consenso: esto es fruto de dos hechos. De una parte, la política de la multiculturalidad, que ha generado en Francia una toxicidad que está minando los cimientos de la sociedad francesa. Y cuando ese proceso estaba ya bastante avanzado ha surgido un nuevo escenario en el que los cuatro partidos tradicionales franceses: comunistas, socialistas, centristas y gaullistas se han visto reemplazados por dos. De una parte, lo que rodea a Macron, En Marche, que difícilmente puede ser considerado un partido. Y de otra la ultraderecha de la familia Le Pen, que tiene la estructura partidista más sólida de la hora presente.
En toda Francia hay barrios periféricos de las grandes ciudades en los que sus habitantes no se identifican con la República Francesa. Ciudadanos que intencionadamente mantienen la identidad cultural que abandonaron para ir a vivir a Francia y que ahora reproducen allí. Y es en esos barrios donde reiteradamente se prende la mecha de la violencia visceral como la que hemos visto esta semana.
La cuestión es si un escenario similar podría producirse en España. La situación es distinta, pero no sé si tanto. El problema de la inmigración no es igual en toda España como lo es en casi toda Francia, pero sí hay una región española, Cataluña, con problemas muy similares a los de las banlieus francesas. La periferia de multitud de ciudades catalanas está tomada por musulmanes que representan un choque cultural frontal con lo que son -o más bien eran- esos barrios. Recordemos, una vez más, que buena parte de esa inmigración -con perdón por ser políticamente incorrecto y no decir «migración»- se originó bajo los auspicios de Jordi Pujol, que, ante la necesidad de mano de obra, la prefería árabe antes que hispanoamericana. Porque el peruano o el dominicano seguro que prefería comunicarse en el castellano que ya conocía, mientras que al mogrebí le costaba lo mismo aprender castellano que catalán. Y ya se ocuparían las autoridades de que fuese lo segundo.
Y respecto a la descomposición del sistema partidista, veremos qué ocurre tras las elecciones de dentro de dos semanas. Como yo decía el pasado viernes en esta página, una derrota del sanchismo que le aparte del poder puede llevar a que arranque el proceso de descomposición del PSOE -por méritos propios. Pero el PP es un partido de verdad, tanto si gusta como si se discrepa radicalmente de él. Cosa que no ocurre con Sumar, que es una colación de muertos de hambre. Y también Vox es una formación que ya tiene una base como partido bastante estructurada. Pero todavía le queda camino por recorrer.
La conclusión en esta hora es que el peligro de que ocurra en España lo que estamos viendo en Francia es bastante remoto salvo en una Cataluña que lleva lustros en descomposición política y donde los propios partidos independentistas volverán a tirarse a la calle en cuanto forme Gobierno el centro derecha español. Y ahí tendrán ocasión de hacerse ver los hijos de la multiculturalidad.
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