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17 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

El no liderazgo de Sánchez

No hay absolutamente nadie que pueda ocupar su lugar con garantías de unir el partido a su alrededor

Actualizada 01:30

Una de las características de una buena jefatura, de un liderazgo que haya dado frutos, es haber dejado potenciales sucesores. Como líderes o como profesores o en el área en que se aplicase ese liderazgo o esa maestría. Una de las características más marcadas de la Presidencia (del Gobierno) de Sánchez es que deja el PSOE cual yermo collado. No hay absolutamente nadie en su entorno que pueda ocupar su lugar con garantías de unir el partido a su alrededor. Esa era una estrategia muy común en la antigüedad, especialmente entre los dictadores. Temían que el tener alrededor lugartenientes con fuerza pudiera facilitar su derrocamiento. Sánchez, que pasó por la humillación de su destitución al frente de la secretaría general del PSOE, se ha asegurado de que allí no tiene voz nadie. Como se atribuye a Luis XIV, apres moi, le deluge.
Ya hemos dicho que una de las singularidades de esta campaña es que los focos de la candidatura socialista los acapara Sánchez acompañado sólo por dos figuras que no se presentan a las elecciones: Nadia Calviño y José Luis Rodríguez Zapatero. Algo inédito en una democracia. Pero son muchas las cosas nunca vistas en una democracia con las que nos está obsequiando Sánchez.
Lo cierto es que estas formas de actuar «diferentes» que tiene Sánchez están llevando al desánimo o el desconcierto entre los suyos. Un elemento imprescindible para poder ganar unas elecciones es tener un partido implantado en toda España o, al menos en la mayor parte de ella. Una de las grandes ventajas del PSOE sobre el PP a lo largo de décadas era la de ser un partido que era primera o segunda fuerza política en todas las regiones de España. Mientras que el PP era una fuerza marginal en Cataluña, el País Vasco y nunca podía aspirar a ser la primera fuerza en Andalucía, la comunidad de mayor peso dentro de España. Con Rodríguez Zapatero aquello empezó a cambiar. El PSOE puede seguir siendo la primera fuerza en Cataluña, en Castilla-La Mancha, Extremadura, Canarias y Asturias. Pero no es ni la segunda en Madrid, Galicia o Cantabria. Y el gran cambio que se va a dar el 23 de julio en el Congreso de los Diputados es el influjo de diputados provenientes de Andalucía. Todavía en 2019 la autonomía andaluza tenía un enorme peso en el cesto electoral del Partido Socialista. Sánchez ha logrado finiquitar eso y todo indica que ahora vamos a ver cómo la base de la victoria del PP el 23 de julio se origina en el vuelco andaluz.
Otro «éxito estratégico» de Sánchez ha sido la fabricación de Sumar desde Moncloa, que ha logrado dejar a una buena parte de Podemos de brazos caídos tras haber apartado a Irene Montero o haber promocionado al transexual Elizabeth Duval, con quien Pablo Iglesias ha tenido enfrentamientos públicos.
Así que, si el centro derecha no se empeña en suicidarse con enfrentamientos como los de Extremadura o Murcia, la victoria es inevitable. Y lo que es más relevante: a la vista del estado del PSOE podemos asistir a su desaparición, más pronto que tarde. Podemos tener un desmoronamiento del PSOE similar al de su histórico referente, el Partido Socialista Francés, o al de los socialistas italianos de Bettino Craxi. Hay muchos datos que apuntan en esa dirección. Por eso es tanto lo que nos jugamos todos el día 23.
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