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17 de mayo de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

El golpe anunciado

Un golpe de Estado tan anunciado, tan aireado y tan escandaloso, es muy probable que no triunfe. Está como los apaches del gran jefe Oso Pretencioso. Ha enviado en su nombre a la cursi sobona a Bruselas porque no se siente seguro

Actualizada 01:30

Los golpes de Estado se dan, habitualmente, por sorpresa. Llega a su despacho el presidente de la República Democrática de Bukistán, Fakún Huansabáh, y se encuentra a su vicepresidente, Molung Sosesé, sentado en su sillón. «¿Qué haces sentado delante de mi mesa?» «Acabo de dar un golpe de Estado. Estás detenido». Los acontecimientos posteriores a esta interesante conversación, me los ahorro. De Fakún Huansabáh no quedó ni una uña. En la revolución del Congo Belga, a Lumumba le dio un golpe de Estado Kasavuvu, a Kasavuvu se lo dio Tshombé al día siguiente, Tshombé fue desplazado por Mobutu , y Mobutu se quedó bastantes años, durante los que pudo eliminar a todos los sospechosos de organizarle un tiberio. En las islas Pufing, cercanas a Papua y Nueva Guinea, reinaba Adosbal I. Un día, su hermano Frastú le arrebató la corona y se sentó en el trono, y apenas unas horas más tarde, el benjamín de la dinastía, Pujimón, ordenó el fusilamiento de sus hermanos y fue coronado Rey de Pufing. Fue derrocado por su esposa, la Reina Matafú, que en la actualidad vive en Miami, y además, divinamente.
Un golpe de Estado no se puede anunciar con excesiva antelación. Y es lo que está sucediendo en España. El golpe de Estado que está preparando Sánchez es como el ataque de los apaches a la caravana, después de una noche tocando los tambores y emitiendo sonidos de guerra. Cuando al fin, en la alborada, los apaches atacan a la caravana, los colonos están preparados para defenderse, y cuando los atacantes reparan que su gran jefe, Oso Pretencioso, ha sido abatido por un disparo de la hija de los Watson, huyen a toda pastilla y los colonos siguen su camino hacia California.
Algo parecido nos está sucediendo a los españoles. Sánchez ha mandado a la cursi estalinista a Bruselas para que informe al golpista y fugado Puigdemont de que, a cambio de sus votos en el Congreso, se propone concederle la amnistía y organizarle un «referéndum» trucado para que Cataluña se independice de España. Un golpe de Estado en toda regla, por cuanto la amnistía a un prófugo de la Justicia no está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico. El propio Sánchez, el 20 de julio de 2023 –es decir, anteayer–, lo dejó claro: «El independentismo pide la amnistía, algo que este Gobierno no va a aceptar, y que desde luego, no entra en la legislación ni en la Constitución». Pero ha cambiado de opinión. En el PSOE muchos antiguos dirigentes y votantes socialistas se muestran indignados, pero sus indignaciones se evaporan segundos más tarde de ser manifestadas. El pesebre es el pesebre. No obstante, creo que Sánchez se está equivocando, porque el constitucionalismo está preparando la defensa de la legalidad y la libertad en España. Sánchez cuenta con su Tribunal Constitucional particular, presidido por su íntimo Conde Pumpido, gran manipulador de auroras boreales. Pumpido es obediente, pero no tonto, y sabe que amparar desde el Tribunal Constitucional una ilegalidad clamorosa, le puede costar muy caro en el futuro. Sánchez va por el Rey y la Monarquía Parlamentaría. Y el Rey lo sabe. Me figuro que estará preparando, desde el respeto a sus competencias constitucionales, sus resistencias. Es, además, el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, cuyo mandato constitucional les ordena su intervención si el Orden legal y la unidad de España están en peligro. Sánchez desprecia a la sociedad, y a sus instituciones, y cree que la mansedumbre de los españoles le va a permitir culminar su traición y sus tropelías. Tiempo al tiempo. Un golpe de Estado tan anunciado, tan aireado y tan escandaloso, es muy probable que no triunfe. Está como los apaches del gran jefe Oso Pretencioso. Ha enviado en su nombre a la cursi sobona a Bruselas porque no se siente seguro.
Sin sorpresa, no hay golpe de Estado viable. Nada hay que esperar de la dignidad de los parlamentarios socialistas, profesionales de la buena vida pagada por los contribuyentes. Pero ese barco tiene ya grietas, vías de agua. Aprobar una amnistía es anticonstitucional, según Sánchez hace pocos meses. Y todo lo que quebrante la Constitución en beneficio de un particular o un partido político o un Gobierno sedicioso, es un golpe de Estado. Y sin sorpresa, ese golpe de Estado es muy complicado que triunfe.
Hoy me siento optimista.
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