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02 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

España desde el fin del mundo

Yo creo que es evidente que España se empezó a torcer cuando la reacción de la izquierda española ante los atentados terroristas del 11-M fue ver cómo se podía aprovechar electoralmente la sangre vertida

Actualizada 01:30

Soy de tierra de costa marina. Crecí mirando a la bahía de Santander –ya saben ese privilegio único en una ciudad del norte de España de mirar al mar mientras se mira al sur–y la mar marcó mi infancia hasta que mis padres, con un criterio mejor que les agradeceré siempre, me enviaron al colegio a Inglaterra.
Esta semana he tenido la suerte de navegar por cortesía de un gran amigo, en una goleta de tres mástiles, con casi cien años de historia. Lo hemos hecho alrededor de la costa de Galicia, desde Luarca hasta La Coruña donde espero estar atracado cuando ustedes puedan leer estas líneas. He contemplado los impresionantes acantilados de Cedeira y la Costa Ártaba y he reflexionado mirando a España desde el mar. Hacerlo así en lugar de caminando por sus campos o ciudades parece darte una perspectiva diferente. Se ve una España erguida sobre la mar, una España en la que hay pocos horrores urbanísticos, una España más pura, una España, en fin, donde hace solo 550 años se ubicaba el fin del mundo.
Y ante este espectáculo de acantilados es inevitable reflexionar sobre por qué hemos llegado a donde estamos. ¿Cómo es posible que la España de la concordia que lograron los padres de la Constitución del 78 bajo la dirección del Rey Juan Carlos y de Adolfo Suárez esté en proceso de liquidación? El dilema de Carlos Neuhaus sobre «¿En qué momento se jodió el Perú?» podríamos aplicarlo como método de reflexión a España.
Yo creo que es evidente que España se empezó a torcer cuando la reacción de la izquierda española ante los atentados terroristas del 11-M fue ver cómo se podía aprovechar electoralmente la sangre vertida. Y, a partir de ahí el PSOE entró en una deriva que le ha llevado a ser una formación populista. Porque como decíamos días atrás, el PSOE de hoy es populismo puro porque la única ambición de Sánchez es mantenerse en el poder a cualquier precio. No están promoviendo unas ideas políticas propias. No. Primero con Podemos en la anterior legislatura y ahora con los diferentes independentistas de todas las ideologías, están aceptando finiquitar la Constitución más exitosa de nuestra historia. Unos políticos que apenas cosechan un 6 por ciento de los sufragios están consiguiendo volar una Carta Magna que, con todos sus defectos, ha permitido casi medio siglo de elecciones democráticas y una convivencia razonablemente pacífica que permitió acabar con la violencia terrorista de ETA.
Ahora sabemos que ese 6 por ciento puede liquidar nuestra Constitución porque le importa más mantener el poder que mantener la paz en España. Y por ello, desde estas costas que durante tanto tiempo se consideraron el fin del mundo, solo puedo concluir que si se cumple la previsión política más evidente y Sánchez acepta el poder de manos de los independentistas y acepta la constitucionalidad de las medidas radicales que piden todos ellos, para cuando lleguen las próximas elecciones, se habrá provocado un daño tan grave, que con toda probabilidad será irreversible. Cuando contemplas España desde el fin del mundo y reflexionas sobre nuestro futuro inmediato te dan ganas de quedarte aquí, mirando los bellísimos faros de esta costa que avisan a los navegantes de las amenazas que para ellos representan los acantilados. Y eso que no llegamos hasta la Costa de la Muerte.
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