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07 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Pedro y Yolanda, a coces con las empresas

Empobrecer a los países poniendo trabas a las compañías está en la naturaleza de los gobiernos de socialistas y comunistas como el que padecemos en España

Actualizada 11:18

Un bonito cuento gallego verídico. Se lo dedicamos a la ferrolana Yolanda Díaz, en la remota esperanza de que se recupere de la berza económica galopante que la aqueja y repare en la importancia de las empresas en la vida de «la gente».
En 1956, Citroën va como un tiro y decide expandirse en el extranjero. Se fijan en España y sopesan un plan para abrir un factoría en Navarra, concretamente en Alsasua. Pero esa música llega a Vigo, debido a que Félix Santamaría García de Larenas, un activo empresario vigués, mantiene una relación de amistad con el ministro González Bueno, que le cuenta los planes de la compañía francesa. Santamaría se reúne entonces con la Zona Franca de Vigo y con otras figuras de la ciudad y trazan un plan para intentar atraer a Citröen.
Su actuación es tan audaz que casi sorprende que al final les saliese bien. Se enteran de que el barón de Roure, alto directivo de Citroën, va a hacer escala el 5 de agosto en Barajas, para al día siguiente viajar a Pamplona y avanzar en su inversión en Navarra. Así que Santamaría se planta en el aeropuerto madrileño en plena canícula agosteña. Allí recibe al sorprendido ejecutivo galo con unas azafatas con ramos de flores y le solicita una reunión para explicarle las ventajas de Vigo. El barón de Roure acepta escucharlo. Santamaría le cuenta que en Vigo existe una gran especialización metalúrgica debido a sus astilleros, que contaría con las ventajas de una Zona Franca, que dispondrían de un corredor naval a la Bretaña para traer y llevar componentes. Y logra convencerlo.
Citroën decide instalarse en Vigo como Citroën Hispania SA. Su fábrica española abre en 1958, con cien obreros en un viejo almacén de Aduanas, dedicados a ensamblar una furgoneta. La planta viguesa, ahora bajo el nombre de Stellantis, cuenta hoy con 6.400 empleados y entrega 2.400 coches cada día. Además ha generado una importante red de compañías auxiliares, que vivifican toda la provincia. Citröen es el pulmón económico de Vigo, el motor que realmente mantiene la ciudad. Y viene siendo así desde hace 65 años. Todo gracias a que un día las fuerzas vivas locales y el Gobierno de entonces supieron atraer a una empresa dándole facilidades.
Hoy, por desgracia, nuestro Ejecutivo de socialistas y comunistas trabaja exactamente en el sentido contrario, en espantar a las compañías con persecuciones fiscales y señalamientos a los empresarios.
Si Yolanda tiene células grises bajo sus mechas doradas, e imaginamos que sí, le resultará fácil colegir las lecciones del ejemplo anterior, que no solo ha ocurrido en Vigo. La pujanza que hoy disfruta La Coruña se debe al milagro Inditex. La médula de la economía de Pamplona es su fábrica de Volkswagen en Landaben, donde bajo diversas denominaciones se llevan fabricando coches desde 1966. Para el País Vasco es crucial que dos grandes multinacionales, Iberdrola y BBVA, sigan manteniendo su sede social en Bilbao… y ejemplos similares se repiten por toda España.
Las empresas son lo que hace posible la prosperidad de «la gente», y no los subsidios, que son solo las aspirinas con las que se trata de mitigar el dolor de las anemias económicas. Pero ese enunciado tan básico va contra la naturaleza de los socialistas y comunistas que hoy mandan en España (y que seguirán haciéndolo tras perder las elecciones vendiendo el país en el mostrador de un fugitivo de la justicia).
El Gobierno de Sánchez lleva cinco años a coces con los empresarios y prometen aumentar la persecución. El acuerdo PSOE-Podemos anuncia más brasa fiscal y una novedad tan bárbara como reformar el impuesto de sociedades para que se liquide sobre el resultado contable, en lugar de sobre la base imponible como se hacía hasta ahora. Algunos cálculos estiman que esa salvajada equivaldrá a un aumento de impuestos de hasta el 40 % para las grandes compañías. Si usted estuviese al frente de una multinacional, ¿se quedaría en la España bolivariana para recibir el flagelo de Yolanda y Mi Persona, o buscaría un destino más liberal y amistoso para su empresa?
En la pasada legislatura ya expulsaron de España a Ferrovial, que se hartó de las chulerías gubernativas. Ahora es Repsol, la empresa que más impuestos paga del Ibex, la que ha levantado la mano y amenaza con congelar sus inversiones españolas si se mantiene el impuestazo confiscatorio a las energéticas, tal y como ya han anunciado.
Lección tipo Barrio Sésamo para Yolanda y Pedro: las empresas no quieren socialismo. Es estricnina para su salud. Las empresas necesitan libertad económica, seguridad jurídica y una fiscalidad razonable.
Pobre España, un estupendo país amenazado por las peores políticas.
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