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04 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

¿Por qué ha enfermado España?

El facazo que le acaba de asestar Sánchez a la unidad nacional y la democracia es la traca final de un largo proceso

Actualizada 01:30

El camareta de una coctelería, fijo discontinuo, se alía con un grupo de clientes que se piran siempre sin pagar y juntos, a espaldas de los dueños del local, crean un cóctel llamado Papilla de España, que deja una terrible resaca y requiere asistencia clínica. Pero los dueños no saben cómo recuperar el mando en el negocio de su propiedad. No hay manera. Eso es exactamente lo que estamos viviendo.
Un tipo sin escrúpulos que acaba de perder las elecciones, y el partido populista que lo secunda con los ojos cerrados, están mudando el orden constitucional a las órdenes de unos separatistas que son minoritarios en el conjunto del país. De culminar la maniobra, que hace picadillo la democracia y el orden constitucional, España cambiará para siempre. Pasará a ser otra cosa, acaso una unión confederal de tres estados, sin que los españoles hayamos podido opinar sobre nuestro futuro.
Pero la catástrofe política que ha culminado esta semana con la rendición absoluta de Sánchez no empezó ayer. Es fruto de un largo deterioro. El principal culpable es el PSOE, que al abandonar la centralidad se ha cargado el modelo del 78, pero ha habido más. Veamos:
Jaime Mayor Oreja se ha pasado lustros alertando con clarividencia sobre un plan subterráneo del PSOE con los separatistas. Resumiendo, los socialistas aceptaban las exigencias de los independentistas, aún a cambio de debilitar la unidad nacional, con el objetivo de cegar las opciones de Gobierno de la derecha y facilitar el imperio perpetuo del PSOE. Una suerte de revancha sin tiros de la Guerra Civil, que se llevaría a cabo tras aceptar a ETA en la política institucional. Al visionario Mayor Oreja lo tacharon de aburrido agorero, de pesimista patológico. Pero lo ha clavado.
El proceso que hemos descrito comienza con Zapatero y culmina con Sánchez. Desde el zapaterismo, el PSOE se desentiende de la economía y de la vida cotidiana de las personas para centrarse en lanzar un programa de ingeniería social y una fuerte batalla de las ideas. Se reabre la Guerra Civil para reinstaurar un choque frontal entre izquierda y derecha. Se recupera el frentepopulismo para negar desde el «progresismo» toda legitimidad a la derecha, que simple y llanamente es presentada como la encarnación de Franco. Para garantizar sus gobiernos, el PSOE culmina su jugada eligiendo a los separatistas siempre y en todo lugar como socios.
Sánchez no es más que la descarnada representación final de ese camino a la ruina del PSOE. Y si somos honestos debemos añadir que los veteranos socialistas que hoy se escandalizan honorablemente ante la patada final a España han reaccionado tardísimo. Cuando el PSOE se ponía de canto entre los separatistas y los defensores de la nación abrazando el llamado «federalista asimétrico», nada decía el felipismo. De hecho, Rubalcaba apoyaba toda aquella entelequia, cuando no era más que el primer clavo en el ataúd de la unidad nacional.
Insisto, el PSOE es el primer y gran culpable de la situación crítica actual. Pero hay más:
-La cultura española, lo que antes se llamaba la intelectualidad, ha renunciado de manera absurda y cobarde a defender las bondades de España y las ventajas de su pervivencia. Mientras tanto en los nacionalismos centrífugos sucedía exactamente lo contrario: los intelectuales de la causa trabajaban sin descanso en «construir país». Esperen sentados a ver a Pérez-Reverte, Gómez Jurado, Cercas, Sonsoles Ónega, etc… en las manifestaciones a favor de España y su democracia.
-Entregar a las comunidades las competencias en Educación suponía pegarse un tiro en el pie. Pero se hizo. Gracias a ello, el nacionalismo ha creado auténticas fábricas de separatistas.
-El PP facilitó la llegada del sanchismo con lamentables casos de corrupción que apolillaron su imagen. Que el PSOE sea con CiU el partido más corrupto de la historia de España no justifica el cieno que hubo en Génova.
-Rajoy saldrá mal parado en los libros de historia. Con una mayoría absoluta magnífica, dejó intacto todo el imperio mental y social de la izquierda. Los agobios económicos no son excusa. Era alérgico a la batalla de las ideas y de manera timorata perdió la ocasión de cambiar la ley electoral para restar peso al separatismo (acción que nos habría ahorrado el drama que hoy vivimos).
-Dividir a la derecha en tres marcas –ahora ya solo dos– ha supuesto la felicidad y el salvavidas del PSOE. Entiendo todo, pero lo siento, las matemáticas son tozudas: con un solo partido de derechas ahora mismo estaría gobernando con mayoría absoluta y nos habríamos ahorrado este esperpento. Y no lo digo yo, lo dicen los especialistas técnicos que han estudiado los datos.
-El panorama mediático ha sido clave para el triunfo del sanchismo y el deterioro de la unidad nacional. El modelo televisivo español es insólito en Europa, por el cuasi monopolio de la izquierda populista. Los españoles se pasan más de tres horas al día viendo la tele y ahí lo que les ofrecen mayormente es propaganda en vena del PSOE.
-El alto empresariado español ha demostrado muy poco compromiso público con su país. Solo con que se atreviesen a decir en alto un 20 % de lo que claman en sus cenas privadas…
No vamos a tirar la toalla, por supuesto. Todos los españoles que quieren a su país van a a dar la pelea hasta el final por sus derechos y libertades. Pero reconozcamos que el PSOE más débil de la historia ha vendido a España y los que se oponían no han sabido frenarlo.
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