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09 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Confesión de un disidente ante el Politburó Progresista

Reconozco que estaba equivocado: los golpistas catalanes son buenos, los jueces son una caterva de fachas y una persona que gana 54.000 euros es un ricacho

Actualizada 09:56

Me rindo. Hay que asumirlo. ¿Cómo va a medirse una persona del vulgo y capacidades medias como yo con una de las luminarias políticas de nuestra era, que además es un importante referente moral «progresista, ecologista y feminista»? ¿Cómo he podido cuestionar durante tantos años la magistral batuta política del Presidente Sánchez? ¿Cómo llegué a incurrir en el error de criticar sus pactos y medidas económicas? ¿Por qué me aferré al nefando error reaccionario, en lugar de masajear al Gran Timonel como tan acertadamente hacen Margarita, Pili Alegría y la ministra sonrisa, Fortes y Silvia Intxaurrondo, o Manoliño Rivas, Elvira Lindo y el Gran Wyoming, amén de un tropel de tertulianos que hasta julio eran antiamnistía y ahora son proamnistía de toda la vida?
Me humillo ante el Politburó Progresista. Asumo en público mi garrafal error y reconozco la verdad única, avergonzado de mis herejías liberales anteriores. Ahora por fin lo veo claro:
Trabajar mucho y estudiar duro es malo y poco igualitario. Los que ganan 54.000 euros son ricachos, y como tales deben ser abrasados a impuestos. Las empresas que ganan dinero son unos piratas que amasan «beneficios obscenos». Los jueces son una caterva de fachas y hay que atarlos en corto cuanto antes. En cambio, los golpistas catalanes son buenos y leales amigos, por lo que hemos de hacer todo lo que nos ordenen y humillarnos ante sus pedestales. Otegui es un «hombre de paz», que simplemente trabajó de terrorista durante unos lustros. El partido de ETA es una simpática formación ecologista y de gran sentido social, con la que da gusto hacer tratos. Regalarle a la manirrota Cataluña la bicoca de un cuponazo a la vasca que romperá la caja común, organizar una mesa bilateral en Ginebra, putear al resto de las regiones para que los catalanes tengan más pasta, declarar la «nación vasca» y crear españoles de primera y de segunda… todo eso no son más que acertadísimas medidas para lograr «una España más cohesionada».
Por fin lo entiendo. Disculpen las boberías retrógradas que he estado escribiendo durante estos años de providencial presidencia de «Pedro», como le llamamos cariñosamente sus admiradores. Ahora lo veo claro:
Mentir al público es bueno, pues refleja que el Líder posee gran capacidad de reaccionar ante «nuevas realidades sociales». Colonizar las empresas públicas con jerarcas de tu partido al frente es un ejemplo de la más sana economía de libre mercado. Enchufar con cargos ficticios a los amigotes de juventud del presidente supone una hermosa muestra de solidaridad. Levantar «un muro» –Pedro dixit– para aislar a la oposición es un hermoso homenaje a Mao, Fidel y Hugo, conspicuos líderes progresistas que llevaron una enorme prosperidad a sus pueblos. Recibir el aplauso de los sanguinarios terroristas de Hamás y del sátrapa alauita refleja que la política exterior de nuestro líder va por el sendero luminoso. Beneficiar a más de mil violadores con una chapuza judicial del Ejecutivo y batir récords de asesinatos de mujeres ratifica que estamos ante el Gobierno más feminista de nuestra historia y el que más hace por ellas.
Trucar las encuestas del instituto público para ayudar al partido del Gobierno, pagando la estafa con el dinero de todos los españoles, es una brillante e innovadora forma de democracia. Negar entrevistas a los medios que no son de la cuerda obligatoria y filtrar todo lo importante en tu periódico oficial es un ejemplo de pluralismo, tolerancia con el adversario y transparencia institucional. Hacer de menos al Rey, contar con ministros que defienden la República a diario y desautorizar el discurso más importante del reinado del monarca con una amnistía felona no es más que un magnífico ejemplo de lealtad constitucional.
Así que aquí me tienen, a mí a sanchista no me va a ganar ni Bego. Me han convencido. El régimen y el Tertulianismo Orgánico tienen toda la razón. Y además, me parece un estadista muy sólido psíquicamente y una bellísima persona, con un corazón de oro y una tesis doctoral que convierte a Keynes, Schumpeter y Stuart Mill en unos gañanes.
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