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27 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Transgalaico

Un vuelo en Falcon La Coruña/Santiago de Compostela, de siete minutos de duración, sólo puede disfrutarlo y llevarlo a cabo un poderoso desaprensivo

Actualizada 01:30

Han llegado a denominarle Chulo del Sistema. Me escandalizo y protesto. Se ha limitado a usar el Falcon en un vuelo transgalaico. Un vuelo urgente e imprescindible. Desde La Coruña a Santiago de Compostela, por autopista y respetando los límites de velocidad establecidos por Tráfico, se cubre la distancia en apenas cuarenta minutos. De esos cuarenta minutos, el transgalaico rebajaría, como poco, cinco minutos, porque su coche y posterior comitiva están a salvo de una multa de la Guardia Civil, por una circunstancia incontestable. Son los guardias civiles de Tráfico los que abren el carril izquierdo para que Sánchez vuele sobre el asfalto. Creo que los kilómetros a cubrir no llegan a 74. Más o menos la distancia que separa Madrid de Buitrago del Lozoya. Sucede, y supone un gran inconveniente para Sánchez, que no hay aeropuerto en Buitrago del Lozoya y resulta imposible intentar un vuelo transmadrileño. El Falcon, por hábiles que sean los pilotos del Ejército del Aire, no está capacitado para detenerse en pleno vuelo con el fin de no dejar atrás las pistas del aeropuerto. Y como –lo repito–, Buitrago de Lozoya carece de aeródromo, si Sánchez desea acudir a un acto de su partido, habría que construir previamente una pista de aterrizaje. Y ese inconveniente es el que tiene consternados a los socialistas de Buitrago de Lozoya, que por muchos actos que organicen, jamás Sánchez se molestará en presidirlos, por falta de aeropuerto. Es cierto que en los entornos del embalse del río Lozoya, hay prados planos y aprovechables para aterrizar, si bien no recomendables por la presencia de ganaderías de vacuno en todos ellos, y hasta ahí podíamos llegar. Pero La Coruña y Santiago de Compostela tienen aeropuertos, y esa realidad conlleva la posibilidad de despegar de uno para aterrizar en el otro. Por otra parte, mis asesores en contaminación atmosférica y cambio climático me aseguran que un avión ensucia más el aire con queroseno despegando que aterrizando. Y que Cerdán, por teléfono, fue el que le recomendó siempre que el avión despegara en La Coruña y no desde Santiago.
—Presidente mío. No importa contaminar el aire en una aeropuerto costero. Los vientos de la mar limpian el ambiente.
—Me tranquilizas Cerdán, que sabes muy bien lo mucho que me afecta la contaminación.
—De haber volado al revés, presidente mío, te habría recomendado el uso de los treinta coches que llevas en tu comitiva por la autopista. Porque el aeropuerto de Santiago no está en la costa, y la porquería permanece en el aire mucho más tiempo.
—No sé lo que haría sin tu apoyo, sabiduría y consejo, Cerdán.
De tal modo que el transgalaico despegó de La Coruña y, siete minutos más tarde, aterrizó en Santiago de Compostela. Más que un vuelo, un salto. Más que un salto, un brinco. Más que un brinco, un sube y baja divertido y carísimo. Pero necesario, aunque algo de motivo tienen los que opinan que es un chulo del sistema, un hortera derrochador y un cobarde. Por tierra puede recibir toda suerte de desprecios y abucheos, pero las nubes no abuchean, y esa es la ventaja. Se contaminan, pero no le llaman «traidor, sinvergüenza» y otras cosas. Las nubes son muy correctas en ese sentido.
Un vuelo en Falcon La Coruña/Santiago de Compostela, de siete minutos de duración, sólo puede disfrutarlo y llevarlo a cabo un poderoso desaprensivo. Entiendo que resulte imposible reunir 38 millones para aliviar a los enfermos de ELA. También, con diferentes vuelos diarios entre Madrid y Santander, Yolanda Díaz embarcó en otro Falcon porque así le salió de sus desencuadernadas posaderas. Lo que hiciera en Santander no me importa, porque este artículo lo escribo desde Madrid y no me alcanzan los malos efluvios. Además, Yolanda se niega a explicar sus derroches textiles y volanderos, y para qué llevarse una desagradable sorpresa.
Pero de vuelta al vuelo de siete minutos del transgalaico, un último desahogo.
¿Se puede ser más chulo del dinero público y más hortera?
No.
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