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27 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Gambón

No es desvarío intuir que en un breve plazo de tiempo, su hermano le encargue la creación de una ópera reivindicativa-social-amnistiada con marcado acento catalán y arias en vascuence

Actualizada 01:30

Era muy niño cuando mis padres me llevaron a mi primer concierto sinfónico. Un concierto matutino en el Palacio de la Música de la Orquesta Nacional de España dirigida por un niño italiano de 8 años, Pierino Gamba. Valses de los Strauss y las Danzas Húngaras de Brahms. Éxito monumental. Pierino Gamba saludó decenas de veces y el público se entregó a un niño que dirigía como un mayor. Me fascinó Pierino Gamba. Siguió con su carrera de director de orquesta, pero ya crecido y maduro perdió interés. Pasó de ser un niño que dirigía como un mayor a un mayor que dirigía como un niño. Yo era un niño muy influenciable, y además de director de orquesta quise ser misionero, niño pobre santo –Marcelino Pan y Vino–, solista de los Niños Cantores de Viena, y futbolista del Real Madrid. Me horrorizaba el circo y no encontré jamás ni emoción ni gracia a las películas de Walt Disney. El único personaje de Walt Disney que me convencía fue Dumbo, el elefante. Quizá por mi complejo de orejas grandes y despegadas. Dumbo las tenía mayores. Pero Bambi, la Cenicienta y Blancanieves se me atragantaron a brevísima edad.
No había llegado todavía la televisión. Y nuestros padres, en la atardecida, nos reunían en el salón y nos obligaban a oír discos de música clásica, romántica y barroca. Beethoven, Mozart, Schubert, Lizst, Brahms, Wagner y Tchaikowsky. No en aquel momento, pero les agradecí aquellos conciertos obligatorios –y sigo agradeciéndolos– durante toda mi vida. Y todo empezó con Pierino Gamba, una mañana de domingo en Madrid.
Años más tarde, gracias a mi maestro Santiago Amón, supe distinguir las diferencias y los matices de las orquestas dirigidas por los grandes maestros. Fürtwangler, Von Karajan, Bohm, Celibidache y Ataúlfo Argenta, el gran director montañés. Me emocionan las arias de la ópera y algunas zarzuelas. Creo que la Verbena de la Paloma es una joya poco valorada, como Agua, Azucarillos y Aguardiente, o El Caserío de Guridi. Pero una ópera completa, me cansa. La ópera se componía con un objetivo social, amén que musical. Alguien dijo que la ópera es una representación durante la cual el tenor quiere acostarse con la soprano, y cuando todo está hablado y pactado, aparece por un lado del escenario el barítono, y les fastidia el plan. Y también que la ópera es una función en la que el protagonista es mortalmente herido por el rival, y el primero no sólo no se muere, sino que se incorpora y sigue cantando. La ópera, eso que sólo termina cuando fallece la gorda. Pero hasta el Tannhäuser de Wagner, interminable, tiene momentos prodigiosos. El problema de Wagner es que su música gustaba a Hitler, y está medio prohibido. La música grande no tiene definición. Exceptuando a San Juan De la Cruz en la Poesía, sólo los genios de la música han escrito sus obras en los límites que Dios establece entre Él y los seres humanos.
Y escribo de música, de óperas, de sinfonías y de directores, porque tengo entendido que un hermano de Sánchez es director de orquesta, y ese hecho, según parece irrefutable, me conmueve. David Sánchez teje y reúne los instrumentos de su orquesta en Extremadura. Es autor de la ópera La Paz Perpetua y ha sido financiada con fondos europeos. Ha costado 128.000 euros y ha reportado en taquilla algo más que 2.000 euros.
Se deduce que La Paz es perpetua pero un tostón de paz. Quizá influido por el modo de ser y actuar de su hermano, no aparece por su despacho desde antes del verano. Y ha abandonado la sede de su máxima responsabilidad –la música sinfónica de Badajoz–, y vive en Elvas, la preciosa ciudad fronteriza y amurallada portuguesa. Más que un Pierino Gamba es un gambón.
Nada que objetar. Nadie pone en duda que su cargo es consecuencia de sus méritos y no de su parentesco. Y no es desvarío intuir que en un breve plazo de tiempo, su hermano le encargue la creación de una ópera reivindicativa-social-amnistiada con marcado acento catalán y arias en vascuence. Su pseudónimo es David Azagra. Y nos sentimos orgullosos de su vocación. Por malo que sea dirigiendo, nunca podrá empeorar la psicopatía de su hermano. Ánimo, maestro, aunque sea desde Portugal.
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