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04 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La verdad tras el acoso a Catalina de Gales

Espero que no se considere indebidamente cínico que señale que estas agencias odian el hecho de que Su Alteza Real distribuya sus propias fotografías (sin cargo). Sus fotos hechas en casa quitan el pan de la boca de las agencias. Imagínense que otras figuras mundiales adoptaran la misma costumbre

Actualizada 10:27

Las vacaciones de Semana Santa nos permiten recuperar algunas lecturas atrasadas, tanto de libros como de publicaciones periódicas. Entre estas últimas tenía pendiente el número del 13 de marzo de The Spectator, el gran semanario británico. Ahí me he encontrado con la primera y única explicación del porqué del gran escándalo que se montó contra la Princesa de Gales por una foto con sus hijos que había sido editada. Como ya dije en su día en estas páginas era un escándalo sin sentido porque la edición que se hubiera podido hacer no alteraba en nada la relevancia de la foto.
En ese número de The Spectator estaba la que para mí ha sido la primera y única explicación del por qué se armó una trifulca diciendo que la Princesa había atentado contra la credibilidad de la Familia Real, ¡nada menos! La explicación la ofrecía mi buen amigo Charles Moore, ex director de The Spectator, The Sunday Telegraph y The Daily Telegraph, biógrafo autorizado de Margaret Thatcher (2.701 páginas en tres volúmenes), premio Luca de Tena cuando los Luca de Tena tenían algo que ver con el premio y hogaño lord Moore de Etchingham.
Explica Moore que en el supuesto escándalo en torno a la edición de la foto «un importante grupo de actores ha escapado de la escena: fueron ellas (AP, Getty Images, AFP, Reuters, Shutterstock y PA) los que emitieron una 'retirada obligatoria de la foto'. Pusieron en duda lo que PA llamó su 'veracidad'. Espero que no se considere indebidamente cínico que señale que estas agencias odian el hecho de que Su Alteza Real distribuya sus propias fotografías (sin cargo). Sus fotos hechas en casa quitan el pan de la boca de las agencias. Imagínense que otras figuras mundiales adoptaran la misma costumbre. ¿Qué les pasará a los fotógrafos profesionales? ¿Están las agencias intentando dar una lección a la Princesa?»
Hasta aquí la cita de alguien con la experiencia y la profesionalidad de Moore. Yo tampoco veo ningún escándalo cuando nuestros estimados colegas de ¡Hola! publican fotos editadas de algunas de las señoras que con más regularidad aparecen en sus páginas. El otro día nos cruzamos con la que están ustedes pensando por la calle y me tuvo que decir mi mujer quién era porque yo no la reconocí.
Todo lo que ha rodeado este «escándalo» de la Princesa de Gales, sólo frenado por la confesión de su enfermedad, me hace recordar otro error constante e intencionado de la prensa en España: llamarle Kate Middleton. Como es bien sabido, en la mayoría de las sociedades anglosajonas, las mujeres toman el nombre de sus maridos al contraer matrimonio. Su apellido cambia en todos sus documentos. Y en el Reino Unido, cuando tienes un título, tu apellido también desaparece de tu documentación sustituido por tu merced nobiliaria o título regio. Cuando un antiguo eurodiputado español –hoy tiene cien años y la cabeza muy lúcida– llegó a Estrasburgo la primera vez, quería figurar por su título nobiliario y le dijeron que no estaba permitido. Se quejó entonces de discriminación frente a su amigo lord Douro –hoy el duque de Wellington– que estaba inscrito por su título y al español le dijeron que con los británicos había que hacer la excepción porque su título era su único apellido. No figura otro nombre en sus documentos.
En los medios españoles el máximo ridículo en este asunto fue perpetrado con la hoy Reina Camilla, a la que casi nunca se llamaba Duquesa de Cornualles y se empeñaban en llamar Camilla Parker-Bowles cuando ése no era ni siquiera su apellido de soltera, sino el de su exmarido. Para eso sí empleaban el nombre de casada. O de divorciada. Ella nació con el apellido Shand.
En fin, para no amargarles la Pascua de Resurrección quería hablar de cualquier cosa menos del momento que vive España. Feliz Pascua.
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