La mujer ¿nace o se hace?
No sé si existe un contubernio juedomachista pero, si realmente hay alguien maquinando para borrar a la mujer del mapa, no se me ocurre alguien que sirva mejor a los objetivos del machismo internacional que gente con el discurso de Irene Montero
Tiene que estar muy desquiciada la cosa para plantear seriamente esa pregunta como ha hecho la ACdP en su última campaña para el 8M.
La respuesta es evidente y, en un mundo que conservara la cordura, sólo se entendería que alguien la planteara a modo de broma. De hacerlo en otro tono desataría la risa incluso del menos avezado.
Pero no es el caso del maravilloso tiempo que nos ha tocado vivir. Hay que plantearlo en serio y lejos de provocar risas, consigue el cabreo de quienes viven enajenados de la realidad y la admiración de quienes saben que plantear estas obviedades resulta hoy problemático.
Si uno no nace mujer no se hace mujer con el paso del tiempo por arte de birlibirloque y, si cualquiera puede ser mujer, entonces hay que convenir que la mujer no existe, que es sólo un invento, un constructo, una ensoñación.
«Ser mujer es tener una posición en la sociedad de desigualdad frente a los hombres […] Mucho más que tener determinadas características biológicas o características femeninas por excelencia que nadie sabe listar». Eso dijo Irene Montero en una entrevista, y se quedó tan pancha. A lo que el entrevistador, muy agudamente, contestó: «Entonces, tú no entrarías en esta descripción de mujer. Tienes cierto poder adquisitivo y no estás discriminada, has llegado a ciertas cuotas de poder».
Podría ser un videoclip de humor, fruto del trabajo de los guionistas de Vaya semanita o Polonia, pero Irene Montero habla en serio, no quiere provocar la risa, quiere instruir a los oyentes, con toda la gravedad que el tema requiere.
No sé si existe un contubernio juedomachista pero, si realmente hay alguien maquinando para borrar a la mujer del mapa, no se me ocurre alguien que sirva mejor a los objetivos del machismo internacional que gente con el discurso de Irene Montero. ¡Todo un éxito!
Las propias mujeres lanzando granadas contra su trinchera, el sueño húmedo de los señoros y los machirulos de los que siempre hablan. Bien podrían poner en valor lo que es propio de las mujeres, incluso cosas que son exclusivas de ellas, como la milagrosa capacidad de albergar vida, acompañarla y protegerla.
Pero, sirviendo a ese conciliábulo de machos alfa, han preferido denostar todo lo que es propio y exclusivo de las mujeres para asemejarlas al varón, como si ese fuera todo el éxito al que pueden aspirar. Los que somos hombres sabemos bien que las mujeres, cuanto más diferentes, mejor. Un mundo sólo de hombres sería invivible e intratable, igual que uno en el que sólo hubiera mujeres.
Si hubiera un plan para hacer desaparecer a la mujer, para denostarla, para hacerla irrelevante, para anularla, para convertirla en una unidad de consumo útil en tanto en cuanto produce y genera un beneficio económico, es decir, reducirla a la lógica del capital, gente como Irene Montero serían los mejores valedores de ese proyecto perverso y destructivo.