Abur, Josep (antaño José María)
Al cantante Carreras, y a otros que son contrarios a nuestro país beneficiándose de él, conviene recordarles que el afecto es un camino de ida y vuelta
José María, que así lo llamaban en su infancia en Barcelona, donde nació en 1946, era hijo de un cabo de la policía local y de una peluquera, vecinos de un barrio obrero. El niño nació con el don de una voz sobresaliente y enseguida comenzó a cantar en público. Con once años ya se asomó al Liceo, con un pequeño papel en una obra del gran compositor español Manuel de Falla.
La diva Monserrat Caballé reparó en su enorme calidad cuando todavía era un joven tenor y en cierto modo lo amadrinó, abriéndole la puerta de las catedrales mundiales de la ópera. En sus primeros pasos, el artista se presentaba como José María Carreras. En su etapa de gloria pasó a ser José Carreras y ahora, en su crepúsculo y retirada, se hace llamar Josep. Sobresaliente tenor lírico, José actuó bajo las batutas más reverenciadas de su era: Karajan, Abbado, Bernstein, Levine… Pero en 1987, cuando se encontraba en su cima, le sobrevino una leucemia que amenazó con acabar con su vida. Por fortuna sobrevivió, tras un pionero autotrasplante de médula ósea realizado en Seattle. Hoy peina 78 años.
Tras recuperar su salud, Carreras gozó de una bola extra de popularidad al sumarse a los Tres Tenores, una iniciativa que le otorgó una nueva fama cuando en realidad lo mejor de su garganta ya había quedado atrás, al haberla forzado en exceso con una elección errónea de papeles.
Carreras supo corresponder al milagro clínico que lo salvó y se convirtió en un magnífico filántropo, creando la fundación contra la leucemia que lleva su nombre, que ha salvado muchas vidas y ha impulsado la investigación sobre la dolencia.
Para los españoles, José Carreras es parte de nuestro patrimonio sentimental. Nos sentimos muy orgullosos en su día de sus memorables triunfos internacionales en los años setenta y ochenta. Nos conmovimos con su enfermedad. Lo apoyamos en las horas críticas. Nos alegramos inmensamente cuando reapareció. Lo aplaudimos con mucho cariño cuando reverdeció laureles con los Tres Tenores, donde era el de menos brillo, hecho ante el que hacíamos como que no nos enterábamos.
Carreras recibió con toda justicia la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y el Premio Príncipe de Asturias. Fondos del Gobierno de España apoyaron su proyecto filantrópico desde su inicio hasta hoy mismo (el propio Sánchez visitó hace unos meses la sede de su fundación). Carreras contó además con el cariño de los reyes Juan Carlos y Felipe. Acaba de ser homenajeado en el Teatro Real de Madrid. Una plaza de Alicante y un teatro de Fuenlabrada llevan su nombre… Es aplaudido y querido en toda España. ¿Y cómo nos corresponde? Pues mal.
Plano General es un sencillo programa de entrevistas en TVE a cargo del excelente periodista Genaro Castro. Supone un oasis en medio de la chabacanería y el sectarismo que hoy distinguen a la cadena que nos vemos forzados a sostener con nuestros impuestos. Josep Carreras acaba de ser entrevistado allí y ha declarado que en caso de referéndum votaría por la independencia de Cataluña. Nada nuevo, pues en sus últimos años se ha presentado como un seguidor acérrimo del separatismo, que él llama «soberanismo».
Lógicamente, Carreras puede tener las opiniones políticas que le dé la gana. Es su libertad y está en su perfecto derecho. Pero al igual que a tantos otros, que van de independentistas y gustan al tiempo de chupar de España, habría que explicarle que el afecto es un camino de ida y vuelta. Si tú, José María, sientes aversión a España hasta el extremo de que no ves la hora de romper de ella, no puedes esperar que los españoles que queremos el bien y la unidad de nuestro país sintamos una gran simpatía por ti. Ocurrirá más bien lo contrario.
Así que tú sigue con tu «visca Catalunya lliure», que nosotros dejaremos encantados de escuchar tus discos y optaremos en su lugar por los del colosal Alfredo Kraus (que siempre te superó técnicamente y al que tal vez por eso vetaste de manera infame en los Juegos de Barcelona cuando te situaron como director musical del acontecimiento).
José, querido, si no te gusta España y encima lo proclamas no puedes aspirar a la simpatía de los españoles, porque es imposible soplar y sorber al tiempo. Dado que estás tan a favor de la independencia de «Catalunya», damos por descontado que predicarás con el ejemplo devolviendo bien pronto las muy copiosas ayudas y numerosos premios que a lo largo de los años te han otorgado el Estado español y tus «compatriotas» españoles.
En fin, que abur, «Josep». Fue bonito mientras duró.