Fundado en 1910
Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Tristeza junto al mar (cuento de agosto)

Este verano ya nada es igual, una pátina de melancolía, tiznada de miedo, empaña el retiro privilegiado y gratuito de la espigada pareja

Act. 02 ago. 2025 - 13:12

La isla es única, diferente. Privilegiada por sus paisajes volcánicos, sus rocas que sorprenden con sus formas caprichosas, sus vistas sobre el Atlántico, que cortan el aliento con su belleza, su clima siempre grato. El plan todavía mejora si tienes la suerte de disfrutar del paraíso isleño alojándote de manera gratuita en un palacete de ensueño. Una mansión cuyo recinto ocupa 30.000 metros cuadrados, con dos piscinas y una laguna, jardines cuidadísimos, canchas de tenis y baloncesto, decoración del artista César Manrique, balconadas espléndidas levantadas a pie de océano.

Y sin embargo, nada es igual en este agosto. Algo se ha perdido de la magia de antaño y de aquel aire ufano de amos del universo que gastaban ambos. Una pátina de melancolía, tiznada de miedo, empaña ahora el retiro privilegiado y gratuito de la espigada pareja protagonista de nuestro relato, (en el que, por supuesto, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia):

Un hombre alto, con las costillas marcadas por una reciente flacura, está sentado en bañador en el borde del trampolín de una piscina de diseño, con sus largas piernas colgando mientras contempla el horizonte marino con una mirada tristona, abatida, tal vez preocupada.

-Ella (mirándolo desde la tumbona): Y entonces, tal y como están las cosas, ¿tú crees que puedes acabar en la cárcel?

-Él (dando un fuerte respingo ante la pregunta): ¡Pichona, por favor! Pero qué cosas tienes, chica. Está todo controlado, como siempre.

-Ella (taladrándolo con una mirada iracunda): Pero eso es exactamente lo mismo que decías cuando empezó lo mío, que al juez ese que me da el coñazo os lo merendabais con la Abogacía, que la cosa se iba a quedar en nada.... y aquí estoy, cuatro veces empurada. ¿Por qué te voy a creer ahora?

-Él (con careto impostado de sorpresa y dignidad ofendida): Bueno, este comentario me ha dolido. Tras tantos años juntos, y dada la trayectoria personal de mi persona, ¿cómo puedes cuestionar mi sinceridad?

-Ella (con una risita sardónica): ¡Tú sincero! Esta sí que es buena ja ja. Si ni siquiera te gusta el baloncesto. Pero no te escabullas de mi pregunta: si caemos y viene otro Gobierno, ¿corremos el riesgo de acabar en el trullo?

-Él (acercándose a ella y sujetándola cariñosamente por sus hombros): Cielo, ¿cuándo te he fallado? Te dije que llegaríamos a la gran meta, cuando nadie creía en mí, y en 2018 llegamos, cuando parecía un imposible. Te dije que con la ayuda de Pumpi arreglaríamos también el marrón de julio del 23 y lo del locati belga, y lo hicimos. Y ahora te digo que al final no va a pasar nada. Bulos y más bulos de estos fascistas. No hay nada de nada... aunque desde luego tú y el músico pudisteis haber sido un poco más finos, porque me habéis dejado con el culo al aire.

-Ella (soltándose molesta del meloso abrazo de él): Si no hay nada de nada, como dices, ¿por qué has perdido el apetito de un tiempo a esta parte? Tú siempre tenías buen saque a la mesa, y ahora... comes como un gorrión. Y tampoco duermes bien. A veces me despiertas con tus sobresaltos en la cama y sé bien que algunas noches pasas muchísimo rato desvelado. Mi impresión es que lo que pueda haber en las grabaciones del grandullón te tiene loco. Siempre te dije que no me gustaba aquel paisano. Y no porque viniese del mundo de los clubs nocturnos, que a ti y a mí eso no nos va a impresionar, porque lo vivimos de primera mano y sabemos bien lo que hay. Pero aquel tío siempre me dio mala espina, y resulta que lo grababa todo, hasta cuando iba al wáter. Y lo que pueda salir de ahí… uf.

-Él (moviendo la cabeza en gesto de negación): Tranquila, de verdad. Llama a las niñas y vamos a pegarnos un baño y olvidarnos de todo esto. Tengo un prestigio grande ahí fuera. Tengo una labor de enorme éxito a mis espaldas. Y todo eso sigue intacto. No nos van a pillar, cariño. No va a pasar nada de nada. Ya sabes como va esto: mucho barullo, y al final siempre nos salimos con la nuestra.

-Ella (mirando al cielo y poniendo los ojos en blanco): Ay, entonces, ¿por qué no comes ni duermes? Me estás dando el verano, y bastante tenía ya con el marrón que me ha caído encima solo por ejercer una cátedra extraordinaria con máxima calidad. ¿Cómo no voy a estar preocupada? Mira Sarkozy, con una pulsera GPS en el tobillo. Mira la que mandaba en Escocia, acabada. Mira a Craxi, a Costa… Yo si fuese tú invitaría a Pumpi ya a una barbacoa de verano, porque en septiembre podemos necesitarlo muy en serio.

-Él (con una sonrisa más falsa que un billete del Monopoly): Lo tengo en cuenta, Pichona. Pero con él y Alvarete ya sabes que contamos de oficio. Sienten más los colores de la camiseta que yo mismo. Venga, al agua, que está ya cayendo el sol. Y pídele a algún un escolta que nos traiga un par de copitas de la Viuda, que un espumoso gabacho gratis también se agradece.

(Continuará...).

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas