Morant, de oficio enterradora
El Ministerio de Universidades, como los demás, es solo un contenedor donde colocar inútiles para que hagan carrera autonómica que, a todas luces, se contarán por fracasos. Morant vale su precio en oro como enterradora de la Universidad y va camino de hacer lo propio con el PS valenciano
La ministra de Universidades, Diana Morant, no cree en la Universidad. Para ella, los títulos no son importantes. «No pedimos títulos, sino hoja de servicios», ha sentenciado. Olé. Quién puede dar más. Como si un médico montara una funeraria, la responsable de que las universidades españolas sean las mejores fábricas de excelencia –nunca tan lejos de ello como ahora– aboga por no cursar las licenciaturas y quién sabe si respalda que se falseen los expedientes académicos. Desde luego, nada mal le ha parecido que su mano derecha en la Comunidad que aspira a gobernar, José María Ángel, a la sazón presidente del PSOE valenciano y comisionado de Sánchez para la dana, se haya inventado un título de Archivística por la Universidad de Valencia, que cuando él lo usó para escalar a funcionario en el año 1983, ni siquiera ese campus lo expedía; tardó siete años en hacerlo. La mujer del susodicho tampoco le va a la zaga. Pero Morant también calla y otorga como con Pilar Bernabé, la singular delegada del Gobierno sanchista –muy sanchista– que se ha inventado dos carreras y ha mantenido la trola durante tres lustros. Con el PSOE como cómplice.
Así que la ministra-candidata no da una a derechas. Las da a izquierdas, y así le va. La nombró Pedro Sánchez a golpe de dactilar, usando a Santos Cerdán para ejecutar la orden, un Santos que se las pintaba solo eliminando disidencias, cortando cabezas y amenazando a discrepantes, además de otras cositas que hoy purga en Soto del Real. Y desde que llegó Morant al Partido Socialista en Valencia, este está para el desguace. Ha basado toda su estrategia en arremeter contra Carlos Mazón por la dana. Y no seré yo quien le quite responsabilidades al barón popular, pero su adversaria socialista se ha dedicado a esconder las responsabilidades, que también las hubo, de la delegación del Gobierno y de la Confederación del Júcar. Y pese a todo el ruido que ha hecho, pese a todos los medios gubernamentales que han secundado su campaña, en las encuestas Morant es un auténtico desastre. Ni la dana ni la utilización política que han hecho los socialistas le da ninguna baza electoral.
Además, en el último CIS Morant resulta ser la menos conocida de todo el Ejecutivo y su falta de notoriedad adelanta la debacle de votos. Su sobreactuación y su protagonismo en la batalla encarnizada contra el presidente valenciano no le ha reportado ningún beneficio demoscópico –hecho que debería ser estudiado en las universidades que ella gestiona–, lo que apunta directamente al presidente, que ha querido usar el escaparate del Gobierno para la propaganda de sus candidatos y ha recibido un claro efecto bumerang. No hay más que mirar a Montero, López, Alegría y todas las chicas del montón de chatarra política que ha nombrado el presidente para quemarse en las elecciones autonómicas de 2027.
Ahora a la ignota ministra le ha saltado no solo el escándalo de su mano derecha y su currículum embustero, sino que la Fiscalía Anticorrupción acusa al hermano del expresidente autonómico socialista, Ximo Puig, por irregularidades y le pide cuatro años de prisión. La justicia va a examinar cómo usaba ese Ejecutivo llamado del Botánico, que reunió a todas las excrecencias para evitar que el PP siguiera en el poder, el dinero público para pagar favores a amigos y familiares –una seña de identidad de este régimen. Y, además, está por ver si una de las nuevas responsables de Ferraz, nombrada por Sánchez para sustituir a los del Peugeot, también es salpicada por cosas turbias de su etapa de consejera con Puig.
Pero mientras la ministra de Universidades aboga por que nos inventemos nuestra formación, convierte los títulos universitarios en hojas volanderas que uno puede cambiar en función de sus necesidades laborales, mientras todo eso pasa, la formación superior en España agoniza. Según la clasificación Shanghái, solo 12 de los 90 centros universitarios que actualmente existen, aparecen entre los 500 mejores del mundo. Muere por falta de financiación, por programas académicos sectarios y poco competentes, por la falta de conexión con el mercado laboral y las empresas, y por la desidia del Gobierno. Pero a Sánchez tanto le da. El Ministerio de Universidades, como los demás, es solo un contenedor donde colocar inútiles para que hagan carrera autonómica que, a todas luces, se contarán por fracasos. Morant vale su precio en oro como enterradora de la Universidad y va camino de hacer lo propio con el PS valenciano. Lo de la funeraria se lo puede ir pensando.