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Unas líneasEduardo de Rivas

Superyoli al rescate

Le faltó tiempo para suspender sus vacaciones e ir a una manifestación el otro día. Pero, por lo que sea, no se acercó a ninguno de los incendios que se estaban llevando Orense por delante

Act. 24 ago. 2025 - 10:43

Ya estamos todos. Será que se aproxima septiembre y que todos quieren aparentar que han abandonado sus vacaciones para hacer frente a la crisis por los incendios que asolan España. Será eso, porque lo que es trabajar, pocos –o ninguno– son los que han trabajado para ayudar a extinguir los fuegos.

La primera de Moncloa que se animó (y eso que ya estaba la UME en marcha) fue Margarita Robles. Y tardó siete días en acercarse a ver cómo iba la cosa. Antes habían hecho acto de presencia Óscar Puente y Félix Bolaños, aprovechando que la sombrilla la habían colocado en Almería y que las obras del AVE pasaban por allí. Más que dos ministros, parecían el dúo cómico contratado por la factoría Moncloa para que se hablara más de sus desvaríos y menos de que el fuego avanzaba y de que los trenes no llegaban.

Después llegó él. Abran paso al líder, que se le ha ocurrido una genialidad para acallar las críticas por llevar ocho días en la tumbona de La Mareta. Un pacto de Estado por el cambio climático. Estaría bien si no hubiera salido de la boca de alguien que cogió un helicóptero para ir de Lanzarote a Gran Canaria y un avión privado para ir de Gran Canaria a Galicia. El trayecto parecía más un sketch de José Mota en el especial de Nochevieja o una escena de Padre de familia. En concreto, esta que les dejo por aquí para que vean la similitud.

Después de alarmar a la sociedad con la emergencia climática, el Falcon regresó a Canarias, porque, claro, en Madrid hace demasiado calor para que esté el presidente y no pagamos suficientes impuestos para enchufar el aire acondicionado de Moncloa, que la luz está muy cara. Al día siguiente, el avión regresó a Madrid y volvió a Gran Canaria, para llevar después al presidente a Castilla y León. Y todo en plena emergencia climática.

Aunque ante este tipo de situaciones, menos mal que la tenemos a ella. Superyoli, la vicepresidenta gallega lista siempre cuando se la necesita. No aprueba una ley, no mejora las condiciones de trabajo ni los sueldos de los españoles, pero cuando hay una polémica, ahí que va para rascar los cuatro votos que todavía le quedan a Sumar. Un partido, por cierto, del cual dimitió hace ya ni se sabe cuánto tiempo y ahí sigue.

Le faltó tiempo para suspender sus vacaciones e ir a una manifestación el otro día. Tardó lo mismo que en correr a limpiar las playas de pellets en aquel intento torticero de la izquierda para torpedear las elecciones gallegas. Pero, por lo que sea, no le apeteció este verano acercarse a ninguno de los incendios que se estaban llevando Orense por delante. Será que ella es más de playa que de montaña. O de foto oportunista que de trabajar y ayudar. Igualita que el resto del gobierno socialista. Encajará bien en las listas del PSOE para 2027.

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